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Paysandú, Domingo 12 de Junio de 2016

José Luis Repetto presentó en Buiatría los nuevos paradigmas en la cría y recría de hembras lecheras

Rurales | 11 Jun La cría y la recría de hembras lecheras aseguran la continuidad y el crecimiento de un tambo, y en gran medida determinan la eficiencia productiva en el establecimiento en su conjunto, señaló en su exposición del Simposio de Nutrición Animal de las 44ª Jornadas Uruguayas de Buiatría, el doctor José Luis Repetto. Precisó que uno de los objetivos es lograr que los reemplazos comiencen a producir lo antes posible, de forma de reducir la etapa improductiva, buscando maximizar la producción de leche a lo largo de la vida productiva del animal, procurando además que los animales expresen todo su potencial genético al momento de producir leche.
El integrante del departamento de bovinos del Instituto de Producción Animal de Veterinaria, sostuvo que “para alcanzar estos objetivos, es necesario contar con un plan sanitario específico para estas categorías y con un plan de alimentación racional, que sea capaz de acompasar las necesidades de los animales en las diferentes etapas de crecimiento”.
Indicó que al día de hoy, existe un consenso bastante generalizado respecto a las ventajas productivas y económicas de programar el primer parto de las vaquillonas en los tambos a los 24 meses. Estas ventajas han sido puestas de manifiesto respecto a edades mayores o menores, en diversos experimentos y para distintos sistemas de producción.
Incluso en casos donde la producción de leche en la primera lactancia fue menor en animales que tuvieron su primer parto a los 24 meses respecto a los que parieron por primera vez a edades mayores, cuando se calcula la producción acumulada a una edad fija, en el primer caso la producción total es mayor debido al incremento en la extensión de la vida productiva de los animales. Por otra parte, distintos autores han indicado que manteniendo un peso mínimo al parto, no hay mayores riesgos de distocia o problemas de fertilidad posparto, cuando los animales paren por primera vez a los 24 meses de edad respecto a mayores edades.
Existen ventajas adicionales en la reducción de la edad al primer parto de los animales, como la liberación de área destinada a la recría (que puede ser destinada a otras actividades) o la menor necesidad de reemplazos para mantener el tamaño del rodeo, lo que abre la posibilidad de vender animales o usarlos para hacer crecer el rodeo. También debería considerarse la disminución del intervalo entre generaciones, que permite incrementar el progreso genético anual.
En el caso de Uruguay, datos relevados en 55.000 animales por Mejoramiento Lechero indican que la edad promedio al primer parto es de casi 36 meses, y que 36% de los animales tiene su primer parto luego de 36 meses, valores muy superiores a los reportados como óptimos en distintas condiciones de producción.
Considerando el mismo universo de animales, una vaca en promedio se encuentra produciendo sólo 43% del tiempo desde el nacimiento hasta su descarte. El período restante corresponde a la cría-recría, durante el cual el animal no genera ningún ingreso pero demanda gastos e inversiones. Al analizar críticamente esta información, debe recordarse que los productores lecheros que envían sus datos a Mejoramiento Lechero se encuentran, desde el punto de vista técnico, por encima de la media nacional, por lo que, si bien no hay datos disponibles, sería esperable que la situación nacional promedio esté incluso en guarismos más bajos.

OPCIONES PRÁCTICAS
Repetto entiende que la recría de reemplazos en confinamiento puede ser más costosa que a pastoreo, pero libera área para otras actividades, independizando el proceso de las condiciones climáticas, lo que permite predecir con más exactitud la ganancia de peso de los animales. Los animales jóvenes tienen una alta eficiencia de conversión de alimento, y por su menor tamaño la cantidad de alimento necesario es menor respecto a si se encierran animales de mayor edad o peso.
Si bien las pautas generales para formular dietas de terneras y vaquillonas son independientes del sistema de alimentación, el manejo en condiciones de encierro tiene algunas particularidades que deben ser tenidas en cuenta. “En primer lugar, en animales encerrados la alimentación depende completamente de nosotros. Para los que estamos habituados al pastoreo, es importante recordar que, cuando pastorean los animales conservan una cierta capacidad de selección, que les permite cubrir algunas deficiencias en la dieta ofrecida. Por ello, es preciso formular una dieta que aporte todos los nutrientes, incluso de aquellos que muchas veces no se le asigna demasiada importancia. La suplementación vitamínico – mineral es esencial”, dijo.
Asimismo, “si deseamos lograr altas ganancias de peso antes de la pubertad, debemos prestar especial importancia a la relación energía-proteína de la dieta. Si el consumo de energía es elevado pero el de proteína no se ajusta de manera acorde, puede ocurrir que el exceso de energía se deposite como grasa, afectando negativamente al desarrollo mamario.
Por lo tanto, se sugiere formular dietas con relaciones no menores a 48 gramos de proteína cruda / Mcal de energía metabolizable, o 38 gramos de proteína metabolizable / Mcal de energía metabolizable. El valor absoluto de la relación debería ser mayor cuanto más joven sea el animal y cuanto mayor sea la ganancia esperada.

ACIDOSIS
Otro aspecto importante al formular dietas en la recría, particularmente si se usan dietas con una gran proporción de concentrado (tanto en encierro como a pastoreo), es prevenir la acidosis. Para minimizar el riesgo debemos asegurar la provisión de fuentes seguras de fibra efectiva, recordando que los ensilajes con bajo tamaño medio de partículas o las pasturas muy suculentas, pueden no aportar suficiente fibra efectiva.
Es recomendable además incluir aditivos como bicarbonato de sodio u óxido de magnesio que ayudan a controlar las variaciones agudas en el pH ruminal, y/o ionóforos que inhiben a los microorganismos del rumen que producen ácido láctico, y además mejoran la eficiencia de conversión.
Agregó que una buena formulación no compensa situaciones de mal manejo. Es importante minimizar situaciones de competencia en el comedero, dando espacio suficiente para todos los animales y organizando los corrales por tamaño y peso. Se sugiere un espacio de 15, 30 y 45 centímetros por animal para vaquillonas con edades entre 4 y 11 meses, 12 y 17 meses, o de más de 18 meses, respectivamente.
Entiende que es necesario evitar que los animales tengan ayunos prolongados, ya que esto lleva a ingestas muy aceleradas una vez que se les ofrece alimento, lo que aumenta el riesgo de acidosis. Por otra parte, es necesario permitir un continuo acceso a una fuente de agua de la mejor calidad.
Además de los aspectos nutricionales ya citados, en animales encerrados hay que contemplar otros aspectos, como por ejemplo asegurar áreas de encierro con buen drenaje, con reparo en invierno y sombra en verano. Debe asegurarse un área mínima por animal (con piso de tierra, pensar tentativamente en un mínimo de 50 metros por animal), manejar lotes parejos, de no más de 30 a 40 animales por grupo.


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