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Paysandú, Lunes 20 de Junio de 2016

Profesional argentino destacó el negocio de la cría intensiva a pasto y aplicando mayor carga posible

Rurales | 20 Jun La cría intensiva a pasto, aplicando la mayor carga posible de la mejor pastura que se pueda lograr en la zona fue considerado como un negocio muy rentable por el veterinario Martín Correa Luna, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en el diálogo con EL TELEGRAFO tras su exposición en el Simposio de Carne de las 44ª Jornadas Uruguayas de Buiatría, realizadas en Paysandú.
Correa Luna explicó que en el caso particular de Argentina, eso se lleva adelante en campos donde se producen rindes agrícolas muy altos de maíz y soja, “entonces las pasturas que se pueden lograr ahí son de alta producción, lo que nos da para tener carga de cinco o más vacas por hectárea”, fundamentalmente en el período de lactancia y servicio –primavera-verano-- que es “cuando las vacas tienen las mayores necesidades nutricionales”.
El profesional agregó que cuando la vaca está seca en otoño-invierno, “sale de las pasturas y va a comer los rastrojos de maíz y soja con bajas cargas”. De esta manera, consideró que se logra “un planteo de muy alta producción y a muy bajo costo, lo que da una rentabilidad muy alta”. No solo se busca una alta producción ganadera, en este caso de terneros, “sino complementación con la agricultura, porque con una ganadería sobre buenas pasturas bajo pastoreo, queremos construir un suelo, lo cual en Argentina no se tiene en cuenta y se está perdiendo cada vez más”, dijo el profesional.
Aseguró que se está logrando al precio de hoy, “casi 5 terneros por hectárea de U$S 2,50, que es mucha plata. Y si los costos para lograr esto son relativamente bajos, se debería insertar en un planteo agrícola, para buscar mejorar el suelo entre ganadería y agricultura”, dijo.
Para Correa Luna, la complementación pasa “porque todo lo que la agricultura se lleva, la ganadería lo devuelve, haciendo un mejor aprovechamiento de todos los recursos disponibles, sacando el máximo beneficio”. Entiende que “debe utilizarse la mejor pastura que se adapte de mejor manera al tipo de suelo. En este caso si son suelos agrícolas parejos, será alfalfa con festuca, porque es lo que más produce en cantidad y calidad. Ahora, si tengo suelos que no son tan agrícolas, ahí tengo que ver cuáles son las especies que mejor se comportan, tipo festuca, tréboles, hasta llegar a Lotus y también megatérmicas”.
“Es posible aumentar la eficiencia productiva de las empresas ganaderas de la zona que realizan cría, recría e invernada como actividad principal o la incluyen como un componente importante de su actividad”, precisó. Esto se puede lograr con el uso del forraje conservado, en el caso de lo expuesto en su exposición fue analizado el silaje de maíz, pero también es factible el uso de sorgo, que es más económico y menos riesgoso para su producción.
Explicó que es posible incrementar el nivel de ingresos, sin aumentar en forma importante el uso de insumos, haciendo una reasignación del uso de recursos o de algunos insumos disponibles a un bajo costo relativo.
El profesional aclaró que lo presentado en Buiatría no fue un modelo experimental, “ya que son más de 15 años en campos de grupos de productores”. De todas maneras, reconoció que la “adopción es muy lenta, porque parece que la gente solo busca la rentabilidad rápida y fácil, como es la soja”. Recordó que hace 15 años “tenía una soja a U$S 600 y un ternero de 2 pesos argentinos. Hoy tengo una soja de 320 y un ternero de 40 pesos. En ese momento, aún con mala relación de precios, lo que trancó más la rentabilidad es la productividad”.
Hay que tener en cuenta que en Argentina en toda esa zona, “el 80% del suelo está en manos de los sin tierra” (contratistas). “Los contratistas, si no les alquilás un campo por cinco años, no hacen pastura. A los dueños de esa tierra no les importa lo que hacen porque, mientras paguen el alquiler, ellos siguen adelante, por lo que entrar en esos sistemas es muy complicado”. El resto, o sea algo más del 20%, “son los más permeables a aceptar este tipo de planteos”, aseguró. Correa Luna sostiene que lo hecho por Uruguay respecto a los planes de uso y manejo de suelos ha sido “excelente” y lo resumió como “ejemplar”.

MANEJO
Con este manejo no solo mejoran las condiciones físicas y químicas del suelo, sino que con el pastoreo de rastrojos se ejerce el control de plagas (bichos bolita, gusanos, caracoles y babosas) y patógenos (hongos). Lográndose como objetivo central una producción mixta sustentable y sostenible en el tiempo, además de reducir riesgos y diversificar la venta de diferentes productos, mejorando el resultado económico y financiero del productor agropecuario.
Señaló que al adoptarse la tecnología del sistema de cría bovina intensiva, “aumentaría la producción de terneros y animales para faena, dando mayor capacidad de trabajo a las plantas frigoríficas de la zona, que en muchos casos tienen parte de su capacidad ociosa, con mayor cantidad de animales para consumo interno y aumentando los ingresos nacionales por ventas de hacienda con destino de exportación”.
Para el médico veterinario, la actual relación favorable de precios ganaderos “frente a los relativamente bajos precios agrícolas determina más que nunca la factibilidad de implementar este modelo productivo, recuperar el stock o aumentar el número de vientres del rodeo nacional, aumentando además la producción ganadera por rodeo. Eso permitirá mantener el consumo interno y aumentar la exportación de carne, lo que determinará a su vez recuperación de suelos, mejorando la sustentabilidad de los sistemas productivos agropecuarios”.

ARGENTINA
Según informes publicados desde el Instituto de Suelos-INTA, la experiencia nacional indica que después del notable descenso de la fertilidad de los suelos de la Pradera Pampeana desde su colonización (1880) hasta los años cincuenta, solo fue posible elevar la materia orgánica entre 1950 y 1970 con la implementación de sistemas mixtos que rotaban los suelos entre ciclos de pasturas bajo pastoreo directo con ganadería, con ciclos de cultivos agrícolas.
A partir de los años setenta se introduce en la zona núcleo maicera en forma creciente el cultivo de soja, dominando después en las décadas posteriores la zona mixta de la Pampa Húmeda y posteriormente a zonas marginales. Pero lo más notable es que esta agriculturización generalizada a nivel nacional fue dominada por el monocultivo de soja, con las consecuencias antes mencionadas.
Desde INTA Venado Tuerto una propuesta al sector productivo consistió en la implementación de sistemas intensivos de producción agropecuaria mixta.
El objetivo central fue tratar de recuperar y mantener el potencial productivo de los suelos con planteos sustentables.
Para poder lograrlo en forma rentable, se propuso la aplicación de tecnologías probadas para mejorar y elevar la producción ganadera, buscando la complementación con la agricultura, beneficiándose ambas actividades. De esa forma se logran sistemas de producción sostenibles que buscan manejar suelos fértiles en continua rotación agrícola-ganadera mediante el uso de pasturas base alfalfa, bajo pastoreo directo. A su vez, se logran planteos más diversificados en sus actividades productivas, desde lo social se incorpora más personal y presencia en el campo, mientras que en lo técnico una alternativa tecnológica es la aplicación de la cría bovina intensiva.
Para la implementación del citado modelo, debe intensificarse todo el manejo del rodeo de cría (salud animal, nutrición, genética, reproducción). La alimentación es pastoril sobre pasturas consociadas base alfalfa con gramíneas. El pastoreo se maneja en forma intensiva bajo rotación de parcelas donde la asignación forrajera y los descansos de la pastura son decisivos porque determinan la máxima producción del forraje necesario para poner en producción muchas cabezas por hectárea durante la vida útil de la pastura, no menor a cuatro años.
Esa alta carga ganadera sobre pasturas se mantiene todos los años durante 6-8 meses, fundamentalmente durante la etapa de lactancia-servicio (primavera-verano), cubriendo solo con pasto las necesidades nutricionales de las vacas en plena lactancia. Durante el período de vaca seca (otoño-invierno), la vaca pastorea los rastrojos de maíz y soja.


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