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Paysandú, Miércoles 22 de Junio de 2016

El vehículo eléctrico como alternativa

Opinion | 22 Jun La historia de la Humanidad ha estado signada por eras o períodos que han sido identificados como mojones en las cuales hubo inventos o descubrimientos que tuvieron el poder de transformar la calidad de vida, para bien o para mal en cuanto al uso del instrumento en sí. Acontecimientos revulsivos como la invención de la rueda, el advenimiento de la era del cobre, del bronce, del hierro, la revolución industrial, el descubrimiento de la energía nuclear, por mencionar las más conocidas.
Pero modernamente, desde el punto de vista de la energía, sin dudas el uso del petróleo ha sido un factor diferencial que se potenció en el Siglo XX y determinó que en gran medida el mundo se hiciera petróleo dependiente, aunque se supiera desde siempre que estamos ante un elemento fósil y por lo tanto finito.
Abundante en su momento, e igualmente barato con relación a su alto poder energético y versatilidad, el crudo tuvo uso masivo en la Segunda Guerra Mundial y aún así por varias décadas más se mantuvo en valores relativamente bajos, hasta que a principios de los años 1970, a partir de la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), su precio se cuadriplicó y significó un sacudón para los países importadores, como Uruguay; ese fue en realidad el fin de la era del petróleo barato.
Con altibajos, igualmente su costo nunca llegó a ser lo mismo que durante la primera mitad del Siglo XX, y a la vez también el súbito encarecimiento afectó drásticamente la industria automotriz, porque debió apostarse a la eficiencia y a la vez por vía indirecta potenciar la investigación en energéticos de menor costo y en lo posible renovables.
Pues este es precisamente el quid del asunto: un petróleo que está en esta coyuntura a valores depreciados aunque en proceso de agotamiento de reservas, pese a que se han intensificado las explotaciones de shale gas y usos de instrumentos agresivos como el fracking, es un factor positivo para acelerar avances en la investigación y consecuente uso de sustitutos.
Por otra parte la energía nuclear es muy cuestionada, pese a su potencial, debido a que los desechos del proceso no son reciclables y en el mejor de los casos tardarían miles de años en degradarse. Asimismo, los accidentes registrados en planteas nucleares han dado una muestra de su enorme potencial contaminante, mientras que no han surgido elementos que permitan identificar al combustible que pueda hacer las veces de sustituto por excelencia del petróleo.
La electricidad, en cambio, que ya es generada en altísimo porcentaje desde fuentes renovables, asoma con gran potencial, aunque tiene en su contra todavía el lograr en la práctica que pueda ser almacenada y transportada en una relación más favorable en cuanto a peso y volumen de las baterías, por cuanto implica una limitada autonomía y potencia; aunque ello podría ser mejorado, tal como avanza la investigación.
Y en el Uruguay, que no cuenta con petróleo, por ahora, el uso de la electricidad está ampliamente extendido y se ha avanzado sustancialmente en la generación a través de parques eólicos, biomasa y energía fotovoltaica en los últimos años, que se agrega a la proveniente de los emprendimientos hidroeléctricos y el respaldo térmico de petróleo, llegado el caso.
En muchos países, incluso de América Latina, se están utilizando vehículos eléctricos en el transporte público sustancialmente, sobre todo en carácter experimental con subvenciones del Estado, teniendo en cuenta que es un elemento de gran magnitud en la lucha contra la contaminación. Pero hay aspectos prácticos a superar, como es el elevado costo inicial de los vehículos y la necesidad de establecer una red de recambio de almacenadores de electricidad, lo que es por cierto una gran desventaja respecto a los vehículos de motores de explosión, que tienen una gran infraestructura montada desde hace décadas y son rápidos y sencillos de reabastecer.
Bueno, en Uruguay se han dado los primeros pasos, y tenemos desde hace un tiempo vehículos eléctricos demostrativos integrando la flota de UTE, en Florida trabaja una empresa propiedad de un sanducero que utiliza micros eléctricos para el transporte de turistas, y en Montevideo están en circulación vehículos para transporte público en carácter experimental como posible cabeza de playa para incorporar flotas de impulsión eléctrica.
Es así que actualmente se está en una etapa muy auspiciosa en el transporte capitalino, donde ya están funcionando ómnibus y taxis eléctricos, al punto que próximamente se llegará al medio centenar de estos taxímetros. El primer proyecto de taxis eléctricos fue evaluado de manera positiva por el gobierno y los empresarios, en tanto la primera etapa involucró a cuatro coches por los que se debieron invertir unos U$S 60.000 cada uno. Se estima que cada coche ahorró unos U$S 10.000 en los 10 meses que llevan en la calle, de acuerdo a fuentes gubernamentales, pero además la energía que gastó es 100% uruguaya, lo que significa que el país retuvo divisas por ese valor.
Un taxi convencional, recorriendo 350 kilómetros por día gasta en el entorno de los 45.000 pesos de combustible al mes, mientras que uno eléctrico gasta 6.000 pesos, según informó el economista Ruben García, del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM).
El asesor aseguró que el costo, medido en kilómetros recorridos, es cinco veces menor que el de un vehículo a nafta. Estos vehículos tienen una autonomía de 350 kilómetros por carga, con una batería que demora 2 horas en recargarse y llegan a una velocidad máxima de 140 kilómetros por hora, aseguró.
Ahora, el objetivo es ampliar la flota hasta llegar a los 50 vehículos y para eso el MIEM convocó a los bancos para evaluar la financiación de este proyecto, respecto a lo que el economista García aseguró que se consiguieron tasas de financiación ventajosas.
Oscar Dourado, presidente de la patronal, destacó que los taxis eléctricos consumen nueve veces menos combustible que los convencionales. No obstante, mencionó que es “muy difícil renovar la flota porque el vehículo vale U$S 60.000”, tres veces más el valor de los nafteros. El empresario se mostró esperanzado en que esa tecnología baje de precio rápidamente por la demanda europea y americana. Pero además existe mucha reticencia por parte del mercado en comprar tecnologías basadas en electrónica de segunda mano, puesto que cualquier falla suele ser catastrófica en estos equipos y todavía no hay quién los arregle, algo que deberá cambiar con el tiempo.
Bueno, más allá de las intenciones, porque debe valorarse en toda su trascendencia el que se estén llevando a cabo experiencias piloto, debe tenerse presente que es muy poco o nulo lo que puede aportar el Uruguay en investigación, más allá de contar con la energía, y que seguimos dependiendo de los avances que pueda lograrse en base a la fabricación masiva de electrovehículos, porque además hay intereses muy fuertes que inciden a nivel internacional para que esto avance más lentamente, porque hay una gran industria e infraestructura que debe reconvertirse a una realidad que debe acompasarse a esos ritmos.
Pero sin dudas, el mundo va a ir inexorablemente por el camino de los vehículos eléctricos y otros eventuales impulsores de uso práctico y costos atendibles, y estas experiencias deben situarse en sus justos términos en nuestro medio, porque en el mejor de los casos, con apoyo crediticio y exoneraciones, sí es posible ir ganando terreno para generar las condiciones de una masificación que a esta altura todo indica no va a ser explosiva ni mucho menos, aunque sí auspiciosa.


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