Locales | 04 Jul Buena parte de las notas de esta sección han sido dedicadas a las escuelas rurales, esos recintos que las pequeñas comunidades conservan como verdaderos centros de educación para sus hijos aunque también albergan otras tantas actividades sociales que permiten a los habitantes del campo mantenerse unidos o en contacto. La escuela 70 de Santa Kilda no es la excepción, pues da lugar a que productores y comisiones de vecinos efectúen las más diversas reuniones, generándose una interesante relación.
El edificio, enclavado en un predio amplio, consta de un gran salón donde se dictan las clases, un ambiente contiguo más pequeño, un corredor con estufa a leña y batería de baños. A su lado, una canchita de fútbol ofrece el espacio necesario para que los alumnos den rienda suelta a sus ocurrencias de recreo.
Durante la visita de EL TELEGRAFO la escuela había abierto sus puertas para la reu- nión de la Mesa de Desarrollo Rural. Y el bullicio escolar faltó a la cita, porque los alumnos ya habían comenzado a disfrutar de sus vacaciones de invierno. La jornada fue oportuna para que una vez más —la quinta— vecinos de varias localidades del departamento volvieran a tratar temas de su interés. Vivienda, electrificación, abastecimiento de agua, emprendimientos productivos, asesora- miento e intercambio de experiencias son asuntos fundamentales en estos encuentros, cuya protagonista es la familia rural.