Paysandú, Sábado 05 de Julio de 2008
Locales | 04 Jul Las vacaciones de invierno generan diversidad de sentimientos a los miles de niños que concurren a las escuelas del país. Pero en el ámbito rural ocurre algo muy especial, ya que no concurrir a la escuela durante dos semanas significa dejar de lado actividades que atrapan a los niños. De acuerdo a lo que hemos podido comprobar en las visitas que semanalmente hacemos a las diferentes escuelas de las pequeñas comunidades del interior rural sanducero, los pequeños disfrutan mucho más cuando concurren a clase que cuando no lo hacen. Y quizás se deba a que son muchos los niños que, viviendo en el campo, no tienen muchas posibilidades de viajar a otros lugares durante las vacaciones. Una excursión a la ciudad o algunos días en una colonia de vacaciones pueden cambiar parte de sus rutinas, pero no se presentan estas ocasiones con mucha frecuencia.
Escuchar sus comentarios cuando visitamos las escuelas es la evidencia de que, además de formarlos, instruirlos y educarlos ellas son, definitivamente, su segundo hogar.
Las tareas en el salón de clases, el almuerzo o la merienda compartida y la diversión desenfrenada durante los recreos son parte de las actividades que los mantiene activos. Por eso, las vacaciones en el campo generan en los niños el deseo de que pasen lo más rápidamente posible, para poder retornar y continuar derrochando energías en ese lugar en el que se sienten tan a gusto.
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