Locales | 06 Jul «Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no se lo puede llenar con la llegada de otro amigo».
Esas son frases de una canción de Alberto Cortés. Y así fue cuando nos enteramos del fallecimiento de un amigo, un personaje muy querido por los sanduceros. Cuando lo veíamos caminar por las calles de la Heroica, y lo hacía de una manera diferente, con su cabeza inclinada hacia abajo, las manos en los bolsillos y algo muy singular con su cigarro (o pucho) en sus labios. Caminaba siempre por una línea de baldosas.
¿Quién no conoció a Ruben Coppes? Alguien muy respetuoso, porque así siempre era él, siempre con ese respeto y ese saludo «Chau, ¿cómo andás?». Y de repente el saludo era propicio para pedirte algo: «¿Tenés un cigarro?», ese siempre fue su pedido.
Por eso digo, fue un personaje sanducero como otros que hubo por ahí: «Cachito» Aguirre, Canale, ni qué hablar de «Tino». Ruben era esa última reliquia que quedaba en Paysandú. El domingo pasado emprendió ese camino sin retorno. Nos dio mucho dolor y pena su inesperado fallecimiento.
Se nos fue Ruben. Ahora esas líneas de baldosas que él pisaba extrañarán sus pies. Pues ahora andarás caminando entre los ángeles, Ruben.
Tu partida nos dolió mucho y nos duele, pero sabés que nos fortalece saber que te has reunido con tu madre, tu padre y tus hermanos, a quienes llamabas seguidamente y en forma continua. Ruben... siempre te vamos a recordar imaginando que te vemos por las calles sanduceras. Hasta pronto amigo, porque esto no es un adiós.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo lo que él cree tenga vida eterna». Esa es la promesa de nuestro Dios: tener una vida eterna. Y en esa vida eterna nos reencontraremos.
Por eso amigo, hasta pronto.
R.M.