Paysandú, Lunes 07 de Julio de 2008

Habría que atender a las señales de alerta

Opinion | 07 Jul Son cada vez más visibles las señales que aconsejan prudencia en el gasto público y adoptar medidas que permitan reducir los costos internos, pero lamentablemente el gobierno insiste en asegurar que todo va muy bien, cuando desde hace rato el contexto internacional indica que hay que tener extremo cuidado en el manejo de los recursos y sobre todo, dar sustentabilidad a los sectores que crean y distribuyen la riqueza.
Pero estamos en Uruguay, donde los sucesivos gobiernos —el actual no es la excepción— funcionan al golpe del balde, y pese a que el Frente Amplio se encontró con una coyuntura internacional favorable como no se daba desde hacía décadas, ha encarado como prioridades atender manifestaciones externas de los problemas pero sin atacar la causa que los origina.
El advenimiento del período preelectoral es distorsionante de por sí y el hecho de que el propio ministro de Economía y Finanzas, contador Danilo Astori, sea un potencial precandidato presidencial en su fuerza política, resulta un agravante sustancial en este panorama.
Como precandidato entiende que debe transmitir confianza a la población de que bajo su mandato presidencial se consolidaría la bonanza de que aparentemente gozamos y de que no hay nada de qué preocuparse, porque todo está bajo control si su partido recibe nuevamente el espaldarazo de la ciudadanía. Pero como ministro de Economía, que es lo que es, debería dar imagen de austeridad y de uso criterioso de los recursos, por lo que estamos ante una flagrante dicotomía en la que se opone el criterio del candidato al del ministro.
Mientras tanto el país enfrenta problemas que obedecen a situaciones estructurales que no han sido resueltas, porque el gobierno ha preferido postergarlas, aún ante el peligro de que la burbuja estalle en el momento menos pensado.
Y no hay nada más efímero que una burbuja lanzada al viento, que resulta el mejor símil para nuestra vulnerable economía, que no tiene blindaje alguno porque el gobierno se ha dedicado a gastar hasta lo que no tiene, y encima, en la próxima Rendición de Cuentas los legisladores de la fuerza de gobierno amplían el gasto que pagamos todos los que estamos fuera de la égida estatal.
Lamentablemente el contexto internacional solo es favorable para las materias primas que produce el país, como el resto de la región, pero también estamos ante costos exacerbados en el área de la energía por los valores internacionales del petróleo y una electricidad cara, en tanto seguimos retrasados en el desarrollo de los biocombustibles.
Este esquema significa vulnerabilidad y altos costos que ya no pueden disimularse con exposiciones técnicas del ministro de Economía, porque la realidad muestra una cosa muy distinta a lo que surge de sus explicaciones en base a los power point y gráficas que analizan la macroeconomía. Cuando bajamos a lo cotidiano tenemos que la inflación corroe a los sectores de menores ingresos, que los precios de los productos de la canasta familiar son los que más suben, siempre dejando atrás a salarios y pasividades, y en el campo de la producción, pese a todo lo que se diga, tampoco son todas rosas, desde que los costos de producción suben permanentemente y a la hora de traducir los dólares a pesos la bonanza no da para tirar manteca al techo.
Menos aún en el caso de los industriales, que siguen con creciente preocupación los datos que indican una profundización en la pérdida de competitividad. La conjunción de una inflación más alta, que se acerca al 9% anual y una caída del dólar del 18,55% en el último año, a lo que se suman subas de salarios e inflación interna en dólares, ha determinado que contrariamente a lo que ocurría hasta hace pocos años, la industria pierda competitividad en el contexto extrarregional y se retraiga ahora a vender dentro de la región, que siempre es impredecible.
E infelizmente, los sectores que más sufren son los que agregan valor a la materia prima, es decir los que emplean mayor cantidad de mano de obra y reciclan más recursos en lo interno.
La inquietud de los operadores económicos es genuina y tiene su razón de ser. Sería bueno que el gobierno tomara nota y actuara en consecuencia, antes que de nuevo se nos venga el mundo encima, cuando ya no quede nada para hacer más que salir con la manguera para apagar lo que quede del incendio.


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