Paysandú, Lunes 14 de Julio de 2008
Locales | 13 Jul Un adiós al querido médico
Se nos fue el último gran médico de familia, el doctor que imponía respeto solo con su presencia y además, un cirujano de primera. Fue el médico de mis hijos, de mi esposa y mío.
¡Cuántas veces fue a casa al anochecer, a ver alguno de los gurises enfermos de gripe o de la garganta! Entraba sin llamar, se llegaba hasta la cocina preguntando: «¿Qué cocinaste de lindo Anita?», y ya pellizcaba algo. Veía a su enfermito de turno y se sentaba un rato a charlar y comer algo; preguntando por todos los de la familia, como un amigo de la casa.
Ultimamente ya retirado, nos encontrábamos seguido, por allí cerca de su domicilio y siempre tenía tiempo para preguntar por Anita y los gurises. Siempre igual, sencillo, un vecino de verdad, un filántropo también, nunca nos cobró un peso.
Me operó en el Hospital cuando era director del nosocomio y a decir verdad, recuerdo que el viejo y querido centro asistencial marchaba como un reloj en esos tiempos. Ya no lo veré más caminando por las calles, pero su recuerdo vivirá en mí hasta el final de mis días. Adiós doctor Pino, que en paz descanse.
Su paciente de la cama 9
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