Paysandú, Martes 15 de Julio de 2008
Opinion | 11 Jul Que la sociedad ha cambiado nadie lo puede negar. Que la composición de la misma también, es otra realidad. Sin embargo más allá de la visibilidad de los cambios y de la insistencia de los demógrafos de que en materia de población deben trazarse políticas de largo plazo, el tema no parece estar entre las prioridades.
El diagnóstico es claro: progresivo envejecimiento natural de la población, emigración de la gente joven y casi nula inmigración resultan en un bajo crecimiento. Lo que no es tan claro es la forma de intervenir para que la realidad redunde en una ventaja que contribuya al desarrollo nacional.
La crisis de 2002 recrudeció la sangría de emigrantes que se venía registrando desde la década de 1990 y que -según los expertos-es una realidad que seguirá impactando con firmeza en la composición social.
La situación demográfica actual impone focalizar en su composición y sus tendencias con la finalidad de elaborar respuestas que permitan modificar o al menos atenuar sus efectos más negativos. Ninguna de sus características son en si mismas solo negativas ni solo positivas. Simplemente generan un escenario diferente y por ello demandan una atención diferente. Por ejemplo el envejecimiento de la población genera el desafío de sostener la seguridad social pero al mismo tiempo es reflejo del descenso de la tasa de mortalidad, lo que indica un éxito relativo de las políticas sanitarias y de mejora de la calidad de vida.
Por su parte la emigración, que tiene entre sus aspectos negativos la disminución de los recursos humanos más calificados tiene en contrapartida el hecho positivo de «quitarle presión» al mercado laboral y el consiguiente envío de remesas.
Si hablamos de que son necesarias soluciones de largo plazo, la cuestión parece estar en la disposición a reconocer la necesidad de buscar una forma de actuar. Frenar la sangría parece la medida más urgente y aprovechar la existencia de un 14% de la población instalada fuera de las fronteras otra de las posibilidades.
El futuro es una incógnita, pero en el presente siempre algo se puede hacer.
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