Paysandú, Miércoles 16 de Julio de 2008
Opinion | 16 Jul La falta de oportunidades en formación y capacitación para nuestros jóvenes, sobre todo los del Interior, y más aún de las áreas rurales, es un lastre que tiene el país desde siempre, y que cuesta enormemente revertir mientras se mantenga la visión capitalina del «Uruguay» que termina y empieza en el Santa Lucía.
Este esquema distorsivo se da en la formación terciaria, sobre todo, pero también responde a un círculo vicioso que se manifiesta además en una oferta significativa de cursos técnicos y de post grado que está instalada en Montevideo y que cae en cuentagotas hacia el Interior, donde además no suele haber un mercado diverso para esta mano de obra calificada, pero sí nichos de mercado que requieren profesionales idóneos.
El director del Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh), Dr. Rodolfo Lemez, presentó recientemente en Salto propuestas de desarrollo académico en post grados para maestros, profesores y docentes universitarios, y en declaraciones formuladas a nuestro colega «Cambio», expresó que Uruguay es «un país centralizado, pero que tiene más de la mitad de la población viviendo en el Interior, con posibilidades de acceso a la educación superior muchísimo más baja que la gente de Montevideo».
Amplió que «si se aplican los mismos diferenciales, sociales y culturales que llevan a que 6 de cada 10 estudiantes de secundaria que terminan el ciclo superior lo hacen en el Interior, se inscriben en las universidades tanto públicas como privadas de Montevideo en una proporción de 3 a 10, y 1 de cada 10 egresados es del Interior, convendremos en que no hay ninguna explicación a este fenómeno que no sea simplemente que los estudiantes no tienen una posibilidad de acceso equivalente. Un rendimiento tan diferencial obedece a que no hay donde ir».
El razonamiento del docente es absolutamente válido, y coincide con la prédica de décadas de EL TELEGRAFO respecto a la asimetría e irracionalidad de un sistema educativo terciario que no genera igualdad de oportunidades y que discrimina al Interior, pese a proclamarse urbi et orbi que su gratuidad y facilidades de acceso para todos los habitantes de la República significa poco menos que el sumun de la igualdad.
Pues nada más lejos de la verdad, y por si hiciera falta agregar algún argumento más a los que hemos expuesto una y otra vez, tenemos las cifras en números gruesos que ha presentado el director del Claeh y que desmienten toda la literatura interesada proveniente de quienes sostienen que estamos ante igualdad de oportunidades para todos los habitantes del país: aunque el 60 por ciento de quienes cursan estudios secundarios lo hacen en el Interior, solo ingresa a cursos universitarios en Montevideo el 30 por ciento, y de quienes egresan como profesionales solo el 10 por ciento es del Interior.
Y agregamos por nuestra parte que no todos estos egresados vuelven al Interior, sino que una parte se queda en Montevideo para tener oportunidades de inserción laboral, lo que acentúa aún más la distorsión.
Es decir que como bien sostiene Lemez, las cifras hablan por sí solas de que los estudiantes no tienen una posibilidad de acceso equivalente, porque en el Interior cuesta mucho más estudiar en la Universidad y asistir a cursos técnicos de capacitación, y porque además la gratuidad que se pregona no es tal cuando el estudiante proviene de fuera de Montevideo.
Y aunque tiene la posibilidad de acceder a becas, si cumple con los requisitos que se establecen y determinada escolaridad, no es menos cierto que la cobertura de lo que percibe por este concepto es siempre insuficiente frente a las demandas de traslado y gastos de estadía, además del desarraigo y los problemas de inserción que conllevan el tener que dejar el hogar, amigos y el entorno para poder cumplir con el sueño de la formación profesional.
La creación de una ciudad universitaria, como se promovió en su momento, la descentralización efectiva de los cursos universitarios, empezando por trasladar al Interior las facultades del agro, como las de Veterinaria y Agronomía, solo para empezar, y el cobro de matrícula a los estudiantes de familias pudientes, para invertir ese dinero en infraestructura en favor del Interior, son algunos de los pasos que deben darse cuanto antes para comenzar a revertir este escenario adverso para el Interior, eternamente postergado y discriminado por el centralismo.
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