Paysandú, Miércoles 16 de Julio de 2008
Locales | 11 Jul A medida que avanzamos internándonos en el departamento y conociendo historias de vida de personas que han dedicado cada uno de sus días al esfuerzo y al trabajo, terminamos por convencernos de que hay gente que demuestra, con su entrega, que lo mejor está por venir.
Y el de hoy es uno de los tantos casos de productores que un cierto día tuvieron que volver a empezar. A causa de la crisis de 2002 algunos lo perdieron todo y no pudieron recuperarse, pero otros, aunque tuvieron que vender casi todo lograron pagar sus créditos y volvieron a empezar.
Diego Henderson Lemes, oriundo de Buricayupí, llegó a Quebracho en 1985. Fue a la escuela 80, recorriendo para eso 20 kilómetros diarios a caballo. Después estudió en la Universidad del Trabajo del Uruguay para ser mecánico tornero y luego volvió al campo a trabajar con su padre como peón. Allí aprendió a tropear, alambrar, ordeñar y todas las actividades que el campo demanda saber.
Está casado y tiene 2 hijos varones y una niña.
En su pausado relato comentó que «aprendió todas las tareas rurales. Luego arrendé un campo en la zona de Queguayar, donde instalé un tambo. Cuando cumplí los 20 años me casé y formé mi propia familia».
Los primeros 4 años ordeñó a mano, después pudo acceder a la tecnología — máquina eléctrica y tanques de frío— y la experiencia duró 18 años. En 2002, durante la crisis por la que atravesaba el país, optó por pagar todas sus deudas, para lo cual tuvo que vender todas las vacas. Canceló créditos y no tan fácilmente como se dice, volvió a empezar.
Hoy es propietario de un campo que arrendó para cultivos y se quedó con 20 hectáreas en las que cría animales.
Sobre la situación actual del campo afirmó que «nunca se dio la avalancha de precios que hay hoy. Desde que me conozco como productor lechero nunca vi que la leche valiera 40 centavos de dólar, cuando en algún momento se daban picos de 20, pero eran dos o tres meses y volvía a precios de 12 o 14 y ahí quedaba. Como también hubo crisis en la que el producto no valía ni 8 centavos. Ahí fue cuando los tamberos no pudieron absorber las deudas. Arrastrando intereses, no pudimos soportar los valores de la deuda, más la tecnología que tuvimos que asumir. Todo se hizo verdaderamente cuesta arriba», sostuvo. Consultado sobre la incidencia que las multinacionales han ejercido sobre el pequeño y mediano productor, Henderson expresó que «posiblemente a cierto productor chico no lo tomó bien parado con sus deudas y lo afectó, pero aquel que pudo sanear sus deudas hoy está trabajando y ha podido continuar con sus producciones», sostuvo.
«Me gusta el agro, soy hombre de campo y lo que hay que hacer lo sabemos hacer», sentenció.
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