Opinion | 10 Jul Ante la inquietud de los periodistas respecto al incesante aumento de la inflación, sobre todo de los precios de la canasta familiar, el ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, José Mujica, se despachó con una «profunda» reflexión: hay que aplicar subsidios por el Estado, y para ello, se necesitan recursos.
Se le «ocurrió» algo que nunca se ha hecho en el país: gravar las importaciones de artículos suntuarios y propuso concretamente hacerlo con los automóviles y los electrodomésticos. Pero por supuesto, otros ya le habían ganado de mano, porque los vehículos soportan un fuerte gravamen, que en el caso de los gasoleros es del 100 por ciento, y los electrodomésticos están llegando a precios accesibles a los consumidores —no todos ricos, por supuesto— porque tienen un menor valor en origen y por la depreciación del dólar.
Pero, más allá de inventar «soluciones» como el antieconómico y grasoso «asado del Pepe», al ex secretario de Estado le gusta hacer de filósofo, por lo que salió ahora con una «propuesta» en crudo para ver si su colega de Economía recoge el guante y hace que la plata salga de algún lado. Pero se olvida que muchos caminos conducen a Roma, y que por un lado puede intentar expoliar aún más los bolsillos de los uruguayos, y por otro, procurar que el Estado gaste menos, para que tomen aire quienes trabajan y producen la riqueza.
Así, mejor que su «propuesta», es usar el dinero adicional que se va a gastar en la Rendición de Cuentas —más de 300 millones de dólares—, en subsidiar los alimentos para los hogares de menores recursos, o bajar impuestos, en lugar de seguir agregando más costos del Estado a los sufridos ciudadanos.