Paysandú, Viernes 18 de Julio de 2008
Nacionales | 11 Jul Previsibles
Al menos dos cosas ocurrieron tal cual lo previsto durante la votación de la Rendición de Cuentas en el Parlamento. Por un lado, el proyecto fue aprobado en general con los votos del oficialismo (aún falta la discusión en particular de los 60 aditivos) y por otro, quizá lo más previsible, legisladores del Frente Amplio y la oposición se «trenzaron» en un nuevo cruce de acusaciones. No obstante, si consideramos el ambiente que se había generado en la interna gremial y partidaria, diríamos que fue una instancia por demás tranquila. En una sesión en que el proyecto fue finalmente aprobado con los 52 votos del oficialismo en un total de 83 voluntades, el miembro informante, Horacio Yanes, opinó que reservar el dinero para los tiempos malos «es un mal camino», dado que en un mal momento «no se puede invertir tanto dinero en educación» y «este era el momento para hacerlo». Además, se manifestó «orgulloso» de la Rendición, aunque admitió que todavía faltan cosas por hacer.
«Nos duele que los niños sigan sacando basura de los contenedores y que demore la respuesta de los hospitales», dijo el legislador y recordó que el crecimiento sostenido que experimenta el país responde a la inversión y el equilibrio macroeconómico.
«Pero que nadie se enoje si el país ha mejorado más de lo previsto», afirmó.
El país de las maravillas
Si nos remitimos a las instancias previas a la aprobación del proyecto de Rendición de Cuentas, sorprende la escasa vehemencia del oficialismo a la hora de argumentar sus contenidos, pero en contrapartida, quedó claro que los legisladores de la oposición estuvieron más a la altura de sus antecedentes.
Luego de una dura intervención de la diputada nacionalista Adriana Peña, su correligionario Jorge Gandini arremetió diciendo que el proyecto es «de tiempo electoral» y proviene «de un ministro que juega con los recursos públicos y entrará a cabecear» cuando se introduzcan los cambios al IRPF.
Gandini criticó al gobierno por no aprovechar debidamente la coyuntura y lo acusó de ahondar las diferencias entre ricos y pobres.
«Los pobres son igual de pobres que antes, y los ricos son más ricos. Se abrió la brecha», sentenció Gandini y arremetió una vez más contra la figura del titular de Economía.
«Astori muta de ministro a candidato. Le da una imagen seria a los organismos internacionales, pero en el Frente afloja y dice que sí», insistió el legislador, mientras que su compañero de bancada, Carlos González Alvarez redobló la apuesta y dijo: «Esto es ‘Alicia en el país de las maravillas’. Nos llevan a un ajuste fiscal y un proyecto impagable. El ministro es un irresponsable».
Finalmente, el diputado colorado José Amorín opinó que la idea de Astori es gastar «absolutamente todo», en tanto auguró que el gobierno no terminará con las cuentas equilibradas.
De energía, ni hablamos
De la tibieza de Diputados pasamos rápidamente a un debate más «energético», por no decir «volátil». La Cámara de Senadores aprobó el Tratado de Seguridad Energética suscripto entre Venezuela y nuestro país, en donde se establece la participación de Ancap en la explotación de petróleo en la faja del Orinoco, la instalación de una planta de regasificación en territorio uruguayo y la remodelación de la refinería de «La Teja». Según el mismo matutino, el asunto —mientras hacía su exposición el oficialista Alberto Couriel— venía de lo más tranquilo, pero los ánimos se caldearon rápidamente cuando el nacionalista Sergio Abreu advirtió sobre la «concentración de riesgo» que entraña el acuerdo, dado la «volatilidad» del presidente Hugo Chávez y su tendencia a abandonar los proyectos. A partir de ahí el asunto degeneró en un cruce de acusaciones que involucraron temas completamente ajenos a la discusión original. En determinado momento, los opositores reprocharon al oficialismo el reciente homenaje brindado al presidente nicaragüense Daniel Ortega, quien —según Abreu— «si se olvidaran las acusaciones de acoso, ya prescritas, se lo podría nombrar director del Instituto del Menor».
El ex canciller Reinaldo Gargano contraatacó asegurando que quienes no aplaudieron durante el homenaje al ex presidente chileno Salvador Allende «estaban contentos con su derrocamiento y muerte».
Las acusaciones de Gargano provocaron la reacción del ex secretario de Presidencia, Carlos Ramela, quien solicitó la inmediata suspensión de la sesión y dijo que afortunadamente el ex canciller regresó al Senado y dejó de «hacerle mal al país».
El nacionalista Luis Alberto Heber retomó el tema del acuerdo y criticó una vez más a Hugo Chávez, ante lo cual José Mujica recordó que esta región «es el lugar donde nos tocó estar» e insistió en la necesidad de finiquitar el acuerdo.
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