Opinion | 20 Jul Cuando faltan menos de cuatro meses para su primer año de actividad, la planta de Botnia en Fray Bentos está en pleno funcionamiento y el seguimiento realizado por el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) y empresas extranjeras indican que es óptimo su desempeño industrial.
En las últimas horas fuentes de la empresa señalaron incluso que «en algunas variables está en mejores estándares que las plantas suecas y finlandesas», que son las que están en primera línea de desempeño a nivel mundial.
Hasta el momento Botnia ha conseguido producir 569.000 toneladas de pasta de celulosa, a un promedio que oscila entre 2.600 y 2.800 toneladas diarias. La capacidad de la planta es de un millón de toneladas al año y la expectativa es llegar a fin de este año con esa meta cumplida. Recientemente incluso científicos argentinos reconocieron el buen desempeño que está teniendo esta industria ubicada en Uruguay, en tanto que la protesta piquetera entrerriana ha perdido fuerza no solo por el desgaste de su irracional reclamo —«que se vayan»— ante la opinión pública del vecino país sino porque sus principales dirigentes se metieron de lleno a liderar otras «batallas», esta vez, por cuestiones internas de su país. El gobierno argentino, por su parte, ya no habla más de las papeleras y todo parece encarrilarse poco a poco en los cauces de normalidad que debió tener hace ya mucho un conflicto que se dirime en juzgados internacionales.
Nuestro país ha actuado responsablemente en lo que hace al fortalecimiento de los ámbitos técnicos de contralor de un emprendimiento industrial de características únicas en el ámbito nacional y sin antecedentes en la historia local. Hay esfuerzos que no se ven, pero existen, como es el haber dotado de mayores recursos financieros y técnicos a la Dirección Nacional de Medio Ambiente para controlar este mega emprendimiento industrial.
No podía esperarse otra cosa de un país que en las últimas décadas ha demostrado verdadera preocupación por el medio ambiente, creado legislación acorde en la materia e impuesto adecuados contralores a la actividad industrial. Es de esperarse entonces, que esta actitud se vuelva una política de Estado que trascienda los períodos de gobierno de uno u otro partido para demostrar al mundo que somos un país serio y preocupado por la calidad de vida de su gente.