Paysandú, Lunes 21 de Julio de 2008

Buen momento para un baño de humildad

Opinion | 19 Jul El duro revés que sufrió el gobierno de Cristina Fernández y del ex presidente Néstor Kirchner en el Senado, al votarse negativamente la ley que fijaba en un 44 por ciento las retenciones a las exportaciones de soja podría transformarse en un elemento a favor de la actual administración, si extrajera las enseñanzas del caso y reviera sus procedimientos, para pasar de la política de la confrontación permanente al entendimiento y la búsqueda de consensos.
Pero los antecedentes del gobierno de la vecina orilla no son alentadores en esta materia, desde que hasta ahora se ha caracterizado por redoblar la apuesta pretendiendo que el adversario de turno caiga de rodillas, en una tesitura del todo o nada que en algunos casos le ha dado resultado, pero al costo de llevar a la Argentina a una permanente rispidez, antagonismos y posiciones duramente enfrentadas, cuando no directamente a situaciones de violencia que tienen entre sus protagonistas a piqueteros liderados por grupos afines al Poder Ejecutivo, alentados o tolerados por éste. El empate de la votación en el Senado, volcada en favor del rechazo a la ley por el voto del vicepresidente Luis Cobos, ex radical integrado a la coalición kirchnerista, es la culminación de un proceso en el que el gobierno fue perdiendo apoyo en varios sectores debido precisamente a su falta de flexibilidad y negativa rotunda a negociar, apuntando a derrotar la posición contraria en lugar de avenirse a considerar puntos de acuerdo para que por lo menos pueda llegarse a una situación intermedia donde no haya ganadores y perdedores.
Por supuesto, la apuesta al todo o nada tiene sus riesgos, que son el de llevarse todo cuando la cosa viene a favor o de perderlo cuando se da al revés. Igualmente, en este caso el gobierno de algún otro lado va a sacar los recursos que está buscando una y otra vez en los productores agrícolas, para sostener sus endebles políticas populistas que requieren cada vez más y más dinero para su esquema de subsidios.
El punto es que quedan menos sectores para aplicarles el mazazo impositivo, como ocurrió en los últimos días con un nuevo aumento en las detracciones al gas natural que vende al Uruguay, por lo que el margen de maniobra acotado no es un buen escenario para seguir avasallando a quienes se oponen a ser quienes pagan el pato de la boda una y otra vez.
Pero el gobierno de Fernández de Kirchner tiene en esta coyuntura una muy buena oportunidad para rehacer procedimientos, y tender puentes para que la Argentina, que tiene una enorme riqueza y potencial para desarrollarse, pueda encontrar las vías para que este desarrollo sea sustentable y surjan los acuerdos que lo hagan posible.
En este episodio el gobierno ha exacerbado la ira de varias provincias agrícolas, pero también, contra lo esperado, le dieron la espalda muchos porteños que no se tragaron esta vez el «verso» de explotadores, explotados y de golpistas agazapados que trató de «venderles» sobre todo el ex presidente Néstor Kirchner, que hasta «infló» cifras del precio de la carne en Uruguay para acentuar la dicotomía que pretendió transformar en más apoyo a su postura. El fortalecimiento de las provincias no ha surgido porque sí, desde que conlleva sobre todo un hartazgo respecto a una forma de hacer política que promueve la confrontación, sin aceptar otra opinión más que la del gobierno, y este sentimiento se ha traducido en la pérdida de apoyo político entre gobernadores y legisladores, de lo que debería tomar buena cuenta la presidenta para no insistir en los errores.
La reñida votación en Diputados ya había sido indicativa de que la intransigencia del gobierno estaba haciendo mella en legisladores que han sentido la presión de su electorado, por encima de la que ejerce en todas las formas posibles el Poder Ejecutivo.
En el Senado la votación 36 a 36, para un gobierno que tiene una cómoda mayoría parlamentaria, revela también que hay flaquezas crecientes en la base de sustentación legislativa de una Presidencia llena de soberbia que se desgastó a sí misma por encerrarse entre cuatro paredes y creerse las propias diatribas de eslóganes fáciles.Las alternativas que se abren a la administración Kirchner, que ha logrado unir a la oposición por sus propias limitaciones, deberían pasar por admitir que no se es dueño de la razón y que no es cierto que todos los demás estén equivocados o tengan aviesas intenciones. Un baño de humildad le haría bien al gobierno, para hacer que el país supere diferencias y avente las perspectivas sombrías que han signado este lamentable proceso.


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