Opinion | 22 Jul La irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación en nuestras vidas es un fenómeno que ya no tiene vuelta atrás.
Globalización mediante el mundo se ha achicado en tanto que la posibilidad de acceder a información y conocimiento está aumentando en la medida que los países acortan la denominada «brecha digital».
Uruguay es uno de los países líderes en la región en cuanto a conectividad, lo que queda reafirmado no solo con la cantidad de computadoras domésticas y cibercafés existentes sino que a esta corriente se suman nuevas iniciativas como el Plan Ceibal y ahora las denominadas «plazas Wi-Fi» que permiten el acceso inalámbrico y gratuito a Internet. El tema es que si el acceso es importante, más importante resulta aún para qué usamos Internet. En este sentido, esta tecnología brinda excelentes posiblidades no solo como fuente de entretenimiento y búsqueda de información sino también para el teletrabajo y para estudiar a distancia.
El uso educativo de Internet es algo que se ha desarrollado en otros países en los últimos años y que felizmente hoy está comenzando a expandirse en Uruguay. A modo de ejemplo, hace ya cuatro o cinco años la Administración Nacional de Educación Pública a través del Consejo de Formación Docente desarrolla la modalidad semipresencial en profesorados de varias asignaturas, siendo impartidos varios de los cursos a través de Internet.
En tanto, este año quinientos estudiantes de Montevideo y del Interior desarrollarán actividades en entornos virtuales de aprendizaje en el ámbito del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP), mediante la modalidad semipresencial en asignaturas de gran demanda, como Programación, Lógica, Matemática Discreta y Sistemas Operativos, de las carreras de Informática que por distintas circunstancias carecen de profesores.
El apoyo se brindará desde un campus virtual, mediante instancias teóricas, ejercicios, publicación de materiales y evacuación de dudas, entre otras estrategias pedagógicas. Asimismo, se desarrollarán las prácticas en los laboratorios de informática de los respectivos centros con el apoyo de los asistentes, lo cual constituye la etapa presencial en su local de estudio.
Todas estas iniciativas representan ni más ni menos que una forma práctica de desconcentrar, superar barreras geográficas y económicas y permitir el acceso a la educación y formación permanente a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Formas de abrir posibilidades que antes no existían y pueden contribuir en forma muy significativa al desarrollo personal y profesional de nuestros jóvenes, quienes deben ser estimulados a utilizarlas.