Locales | 23 Jul Si bien es cierto que la Bandera de Paysandú permaneció en poder de don Andrés Lamas hasta su fallecimiento, el 2 de enero de 1884, cuando se cumplían diez y nueve años del fusilamiento de Leandro Gómez, se condujeron a Montevideo los restos del héroe de Paysandú.
El entonces presidente de la República, General Máximo Santos, decretó los honores de ordenanza disponiendo que se respetasen todas las normas de marcialidad en el sepelio en el mausoleo que esperaba al Héroe de la Defensa.
Según relata el historiador Fernández Saldaña:
«Queriendo asociarse, a su modo, al homenaje, el Dr. Lamas confió la bandera de Paysandú al amigo y compatriota el ilustre historiador Clemente L. Fregeiro, correligionario de Gómez, de largo atrás radicado en Buenos Aires, para que conduciéndola a Montevideo tuviese el señalado lugar que le correspondía en las ceremonias a realizarse».
«De esta manera lo más emotivo del homenaje vino a constituirlo el momento en que el Dr. José Manuel Sienra y Carranza, en el Cementerio Central tomando en sus manos la bandera de Paysandú la agitó al viento y cubrió con ella la urna que contenía las cenizas de Leandro Gómez».
«Era una bandera chica de poco más de un metro de largo y ancho en proporción confeccionada por tiras de telas burdas, usuales para ropa de labor, cosidas a puntadas largas».
«En el ángulo superior recortada de paño colorado imitaba el sol...»
«Señales que podían suponerse de balas se notaban en algunas partes».
«Finalizadas las ceremonias el comisionado tenía que regresar con la histórica insignia».
Y así aconteció hasta el fallecimiento de Andrés Lamas, en setiembre de 1891. A su fallecimiento las valiosas piezas históricas y bibliográficas se dispersaron, muchas de ellas en ventas y remates. Domingo Lamas, uno de los hijos herederos, conservó un lote de libros y documentos, así como algunos cuadros y objetos históricos. Tras numerosos intentos y tratativas se logró que gran parte de dichas piezas fuese adquirida para el acervo histórico nacional.