Paysandú, Martes 29 de Julio de 2008
Opinion | 29 Jul El Cono Sur latinoamericano no solo tiene uno de los reservorios de agua subterránea más grandes del mundo, encontrándoselo en el subsuelo de un área de alrededor de 1.190.000 kilómetros cuadrados (superficie mayor que las de España, Francia y Portugal juntas) sino también condiciones climáticas y humanas favorables para el desarrollo y crecimiento de nuestros países. Hoy además, se está consolidando como la gran productora de alimentos del planeta.
Se espera que Latinoamérica genere este año una producción récord de cereales, totalizando 189 millones de toneladas, según informó la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
«Los resultados positivos se ven en todas las subregiones: México, América Central y el Caribe, y América del Sur», destacó el representante regional de la FAO, José Graziano da Silva.
El funcionario agregó que el fenómeno es positivo, pues «varios países dependen de la importación de alimentos» en la región, donde Brasil, Argentina, Uruguay y Chile generan más de la mitad del producto agropecuario.
Visualizar esta realidad es importante para valorizar exactamente el rol de nuestro país en el contexto mundial, así como su potencialidad futura. El mundo está mirando hoy con más atención los países del Mercosur, aunque éstos no hayan sido capaces todavía de fortalecer su unión adecuadamente para posicionarse mejor frente al mercado mundial y sumar peso a la hora de negociar.
La mala noticia es que la espiral inflacionaria no ha cesado y a pesar de vivir en una de las regiones más importantes del mundo en lo que refiere a la producción de alimentos, éstos están demasiado caros para nuestra gente. La situación en definitiva traba la opción de elevar prontamente las tasas de crecimiento económico per cápita, en una región donde el alza de los alimentos elevará la pobreza a 200 millones de personas en 2008 según las estimaciones de especialistas. Según la FAO, en Uruguay el aumento de la producción puede mejorar el saldo exportable de granos —aunque el precio por tonelada posiblemente no va a ser tan alto como hasta hace poco— podría también permitir asegurar el abastecimiento interno a precios no tan altos, con lo cual cederían las presiones sobre la inflación por el lado de los alimentos.
Ojalá éste último sea el escenario, porque resulta paradójico que seamos uno de los países integrantes de una de las regiones con mayor peso en la producción de alimentos y cada vez los encontremos más caros en la góndola del supermercado o el mostrador del almacén.
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