Paysandú, Viernes 01 de Agosto de 2008

Nadie es perfecto ¡Santa gasolina, Batman!

Locales | 27 Jul Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos. «¡Santa gasolina!» No es una frase de El caballero de la oscuridad (The dark Knight), la última película de Batman, que pulverizó todos los records —y lo sigue haciendo—, sino más bien una suerte de bendición a los fieles religiosos, pues algunas iglesias han comenzado a ofrecer nafta gratis o a muy bajo precio, en parte para no perderlos.
Actualmente la gasolina continúa bajando lentamente. En el norte de New Jersey es de 3.79 dólares el galón, pero nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá en el futuro, más allá que algunas versiones indican que continuará bajando hasta 1.99 dólares el galón antes que Bush abandone la Oficina Oval.
Eso ha afectado a la industria turística, pero también a los centros religiosos. Ante esto, la iglesia Fe en el Éxodo, de Chesapeake, Virginia, entrega tarjetas para gasolina a quienes concurren a su servicio dominical. Y no es la única. La Primera Iglesia Bautista de Snellville, Georgia, va más allá todavía, pues no solamente entrega tarjetas para nafta, sino que sorteará entre los feligreses que no se pierdan el servicio dominical una camioneta Ford Explorer 2000. En Maryland, la Iglesia Fábrica del Alma «tomó» una estación de Exxon, en Forestville, y donó a cada automovilista 5 dólares en nafta, esta vez sin pedirles que vayan al servicio religioso.
Así por toda la nación, aunque aún tímidamente, diferentes iglesias buscan no quedarse sin feligreses. En North Lauderdale, en La Florida, la iglesia Sitio de Restauración realizó una rifa de tarjetas de nafta, de entre 5 y 50 dólares cada una, en un 7-11.
En esta área, la Iglesia Líquida, parecida a un grupo ecológico que lucha por mantener las reservas de agua dulce, venderá nafta a 99 centavos el galón en una estación Exxon, de Morristown, el 3 de agosto venidero. Eso sí, la compra máxima será de 10 dólares.
Como sea, la fe mueve montañas y puede hasta reducir, temporalmente, el muy elevado precio del combustible; que aunque lentamente a la baja, continúa haciendo estragos en los bolsillos de los habitantes de esta nación, sin distingo de si son ciudadanos o indocumentados.
En tanto, la crisis bancaria continúa. Al mismo tiempo, a través de sus sistemas de seguro bancario el gobierno sigue tomando el control de aquellos en bancarrota, para salvaguardar los depósitos y su actividad financiera en general. El Senado aprobó que el gobierno «salve» a los dos gigantes hipotecarios —popularmente conocidos como Fannie Mac y Freddie Mac— y la Corporación Federal de Seguros de Depósito, tomó el control de otros dos bancos: el First National Bank de Nevada y el First Heritage de Newport Beach, California, ambos descapitalizados.
En tanto, también hay espacio para las noticias frívolas, como la crisis que vive Christian Bale, el protagonista de Batman/Bruce Wayne/Bruno Díaz. Con semejante crisis de identidad, el actor habría atacado a su madre y a su hermana en un hotel de Londres, el día antes de la premiere de su película en la tierra de la libra esterlina. Solito se fue a Scotland Yard, donde lo interrogaron pero no se le impusieron cargos.
El que no pudo escudarse en su fama, porque no la tiene, fue un tal David Smith, de 24 años, quien fue condenado a 20 años de cárcel y tratado de «estúpido» por el juez Joseph C. Cassini III, en Newark, en el norte de New Jersey. «Afortunadamente para usted, no hay una ley para quienes son estúpidos. Si ser estúpido fuera un crimen, usted sería condenado de por vida», dijo el magistrado. Smith, un apellido mucho menos glamoroso que Cassini, intentó junto a otros malandras robar partes de un auto, en Newark, en enero de 2007. Fue descubierto por la policía, huyó en un automóvil robado, no se detuvo ni siquiera cuando los agentes comenzaron a dispararle, hasta que chocó contra una camioneta cuyo conductor estuvo 10 días en coma. En una carta escrita a la Corte, Smith afirmó que él no tenía intenciones de escapar, hasta que la policía la emprendió a tiros, pero eso no convenció a nadie.
La severidad de la pena llama poderosamente la atención a quienes llegamos de países donde por esa cantidad de años se pagan dos o tres asesinatos. Al mismo tiempo, deja en claro que en una nación tan vasta, con focos de delincuencia terribles, la severidad es la única herramienta para garantizar, hasta donde se pueda, la seguridad de la mayoría de la población, que sigue su camino trabajando duro por un futuro mejor. Por el famoso sueño americano. O el nuevo El Dorado.


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