Paysandú, Domingo 03 de Agosto de 2008
Locales | 01 Ago En el interior departamental hay historias simples, de personas comunes, que sueñan y proyectan, que lloran y ríen y que enfrentan los desafíos con las mismas ganas de quienes vivimos en la ciudad. La diferencia está en que son otras las oportunidades que se les presentan, por lo que muchas veces los sueños siguen siendo eso: solo sueños.
De cualquier forma, son muchos los que están empecinados en mejorar su entorno, procurando que el futuro no sea la mera prolongación del pasado.
Aníbal Valdez tiene 27 años, está casado y es padre de una niña. Tiene una hermana de 6 años y dos varones mayores, uno de los cuales trabaja en una fábrica y el otro es periodista en España.
Hace diez años que trabaja en una discoteca que se dedica a musicalizar reuniones de todo tipo, además de encargarse de la iluminación, video, audio y fotografía.
Consultado sobre cómo es vivir en el interior del Interior, afirmó que «vivir en Guichón es bravo», aunque le gusta y no quiere irse del lugar. Opinó que la capital departamental repica el mismo centralismo que despliega Montevideo para con las ciudades del interior. «Esa realidad posterga estudios, proyectos de vida, formación y capacitación. Porque mucha gente no tiene posibilidades», dijo.
Este joven padre precisó también que «a través de becas hay posibilidades de continuar con los estudios, pero se presentan algunos obstáculos difíciles de sortear. Yo lo viví personalmente. Cierto día solicité una beca, que me la otorgaban a mitad de año. Eso generaba que el resto del año mis padres tenían que hacer cargo del mantenimiento, estadía, comida y otros gastos. Y como mi padre era docente no pudo enfrentar esos costos y con su sueldo no podía financiar la posible carrera. Éramos dos compañeros, pero el otro muchacho al poco tiempo y al no poder obtener la beca tuvo que regresar a Guichón».
También hizo referencia a su entorno y a la realidad social guichonense. «En cierto modo el interior del Interior es bravo, porque no todos los fines de semana hay actividades. Hay que ir mechando con otras funciones que uno pueda cumplir, porque de esto —el trabajo en la discoteca— no se puede vivir. Por el momento es un sueño en el que a largo plazo pueda contar con equipos y así encarar un proyecto propio». Así, está convencido que podrá hacerlo realidad.
Tampoco pasa por alto la recreación. «Las salidas que tenés son muy cortas. La plaza, el parquecito, las termas o en verano que uno puede ir algún balneario cerca, pero nada más. Y los fines de semana ir al baile, salir a tomar algo con los amigos, salir a comer. Más de eso no hay», puntualizó.
«Me gusta Guichón y no me quiero ir de acá». Ahora puede ser que las cosas estén un poco mejor, apuesto a que algún día Guichón mejore, a través de las termas, en el área del turismo, porque hay gente que está trabajando en el rubro». Consideró que «la gurisada puede tener futuro en la medida que aumente un poco más el turismo, porque el trabajo, como en cualquier otra parte del interior es algo complicado».
«Ahora por suerte con la forestación hay trabajo. Pero antes las economías se movían a través de los ingresos de los jubilados y los empleados públicos, y los jóvenes estaban sin oportunidades laborales.
Con el fenómeno de las empresas forestales por suerte hay trabajo, las personas se quedan, mientras otras llegan para radicarse en la ciudad y en la zona», finalizó.
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