Locales | 05 Ago El diálogo del cronista con el sanducero José Balbis finaliza en estos términos:
«—Dicen que la posición ocupada por Lamas era muy ventajosa».
«—Inmejorable- Lamas llegó a Tres Arboles a la caída de la tarde del día 16. Allí estuvo conversando largo rato con el Dr. Preves, al que conocía y a quien manifestó su resolución de quedar allí esa noche esperando el ataque que él suponía se le iba a llevar al siguiente día dada la persecución tenaz que se le hacía».
«—¿El terreno es allí muy accidentado?»
«—Apenas se vadea el arroyo por el paso real, próximo al trágico Quinteros, se encuentra con una zanja de bastante profundidad, lo suficiente para que un hombre pueda ocultarse sin ser visto».
«—¿Qué jefes de la revolución ha oído Ud. que murieron allí?»
«—Positivamente solo sé de dos que fallecieron en el establecimiento del Señor Silva, situado a unas 30 cuadras del paso: el Coronel Durán y otro jefe de apellido inglés o alemán que no he podido retener en la memoria».
«Para dar una idea de lo reñido que sería el combate bastará decir que solo el Primero y Segundo de Cazadores dispararon cuarenta mil tiros. Algunos árboles corpulentos que hay en las inmediaciones del paso están acribillados de balazos, habiéndose encontrado al pié de ellos gran cantidad de municiones».
«—¿Los muertos no fueron despojados de sus ropas por el pobrerío de los contornos?»
«—No, solo notamos que casi todos los cadáveres tenían los bolsillos de la ropa que vestían dados vuelta hacia fuera. Dentro del campo que recorrimos había gran cantidad de ponchos y otros objetos pertenecientes a los revolucionarios».
«Algunos de estos ponchos eran nuevos y de bastante valor».
«—¿Es cierto que se quemaron muchos cadáveres?»
«—No me consta: solo que algunos cadáveres se habían carbonizado a causa de haberse incendiado el campo en que se hallaban durante el combate».
«El Señor Balbis nos pide agradezcamos en su nombre a los vecinos que tan generosamente se prestaron a secundarlo en su piadosa empresa».
«Queda complacido».