Paysandú, Viernes 08 de Agosto de 2008
Opinion | 07 Ago Aunque el Poder Ejecutivo insiste en no existe atraso cambiario y que el Uruguay no está perdiendo competitividad, hay indicadores que revelan que ambos factores, muy interrelacionados entre sí, están afectando a sectores de exportación que incorporan un alto grado de valor agregado, y que en otros tiempos eran de punta en tecnología y empleo de mano de obra.
El economista Luis Porto, asesor del Ministerio de Economía y Finanzas, y referente oficial en los cambios sobre beneficios para inversiones, reconoció al diario «El País» que aunque la competitividad promedio de la economía «no está en cuestión», hay sectores que están sufriendo problemas por esta causa.
El economista mencionó como sectores que enfrentan un deterioro de la competitividad a los textiles y el calzado, los que pese a utilizar materia prima nacional tienen dificultades para ingresar a los mercados porque el costo de producción los deja fuera de toda posibilidad de competir con los artículos de otras latitudes, fundamentalmente de países asiáticos.
Evaluó que «cuando uno visualiza la economía lo debe hacer en su conjunto y al hacer esto la competitividad del país no está en cuestión», a la vez de aclarar que naturalmente «eso es un promedio» y que «hay sectores que pueden estar competitivos y otros menos».
Reflexionó asimismo Porto que los productos agropecuarios indirectamente perjudican la competitividad de otros, dado que por su alta cotización promueven el ingreso de capitales y por lo tanto presionan a la baja el tipo de cambio. De esta forma, los sectores que no se benefician con un alza en los precios internacionales se ven indirectamente perjudicados por la baja del tipo de cambio. Lo cierto es que la industria del calzado y los textiles involucran empleo de numerosa mano de obra e incorporan valor agregado, al requerir procesamiento dentro de fronteras y por lo tanto generan trabajo que recicla recursos en el tejido socioeconómico. No ocurre lo mismo, por lo menos en similar grado, con las materias primas que se exportan sin ningún procesamiento, y pese a resultar beneficiosas por el movimiento e infraestructura que generan en su entorno, no es menos cierto que es muy limitado el empleo de mano de obra, pese a que en el caso de la madera se está logrando incorporar gradualmente valor agregado y existen proyectos para ampliar su demanda de mano de obra.
De ahí que sea vital que se instrumenten vías de apoyo a través del Estado para generar condiciones que den competitividad a las industrias con problemas, más allá de algunos subsidios que se están instrumentando, sobre todo en el caso de la industria textil, que vencerían en pocos meses.
Lo necesario es generar condiciones que promuevan sustentabilidad, por encima de subsidios temporales que no han permitido que las industrias del sector mejoren su competitividad, por cuanto los costos de producción han crecido y el Estado tiene un alto grado de responsabilidad en este encarecimiento.
Es que los servicios y la energía han crecido en dólares, y lo mismo ha ocurrido con los salarios y los impuestos. Este esquema puede ser soportado por materia prima que sigue gozando de muy buenos precios internacionales, pero en otros sectores cuya ecuación económica tiene otros componentes que refieren al escenario interno, la cosa suele ser muy distinta.
Y si bien continúa aumentando el volumen de ventas al exterior, debe evaluarse que estamos ante un dólar depreciado y que siguen liderando las ventas rubros como la carne, la soja, el arroz, cueros, trigo y girasol, entre otros, para cuya producción el país goza de ventajas comparativas muy significativas.
El desafío, planteado desde hace ya varios años pero especialmente crítico en la actual coyuntura, es atender la competitividad de la industria que trabaja para la exportación y a la vez produce para el mercado interno y debe competir con productos extranjeros similares que están inundando góndolas y vidrieras por el bajo valor del dólar. No puede obviarse que los vientos favorables que soplan en el comercio internacional no pueden durar mucho. Es más, ya se perciben los primeros nubarrones en el cielo despejado del que han gozado los países productores como Uruguay, tomador de precios y altamente vulnerable a los avatares de la situación económica mundial, como ya ha quedado demostrado, lamentablemente, una y otra vez.
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