Locales | 08 Ago A medida que transitamos los caminos del interior del departamento descubrimos paisajes, sonidos, aromas, personajes y un sinfín de historias que se desprenden de los relatos de gente común. Precisamente, uno de esos capítulos nos llevó a conocer un lugar muy particular, del que se registra escasa información, pero cargado de una atmósfera que encierra un interesante pasado. Según cuenta el relato popular, la capilla Portugal —así se la conoce— es una estructura que se construyó por el año 1814, en los campos que fueron originalmente propiedad del Vizconde de Mauá.
Está ubicada en la séptima sección rural de 1930, de camino hacia la colonia San Mauricio y en las cercanías del establecimiento Santa Isabel. En el interior de la capilla, aún se encuentra en pie lo que otrora fuera un altar, mientras que en el piso principal un par de enormes lápidas lucen grabados de considerables dimensiones. En una de ellas figura el nombre de Bernardina Germania de Portugal, nacida el 12 de agosto de 1816 y fallecida el 2 de noviembre de 1892. En el otro grabado aparece el nombre de Joaquín O. Portugal, fallecido el 10 de julio de 1932 a los 72 años. Si bien los datos familiares son muy escasos, un grupo de vecinos intenta acondicionar nuevamente el lugar y así evitar que el deterioro siga ganando terreno, como lo ha hecho hasta el presente.
Junto al recinto cercado por pilares construidos en material y rejas forjadas, sometido a constantes saqueos, hay un panteón. Un par de palmeras ubicadas a la entrada completan la imagen de un lugar que atrae a los curiosos y tienta a los malintencionados.
Recuperar este patrimonio seguramente permitirá conservar parte de la identidad de comunidades que procuran conservar su pasado histórico, que hoy forma parte de su entorno social.