Paysandú, Domingo 10 de Agosto de 2008
Opinion | 10 Ago Al conducir, ¿qué distancia hay que guardar con respecto al vehículo que va adelante? ¿Quién tiene la preferencia al llegar a un cruce de avenidas con rotonda? ¿18 de Julio es preferencial? Quien tiene libreta profesional ¿será sancionado si una alcoholimetría indica que ha tomado algo de alcohol aunque sea por debajo del mínimo admitido para el conductor amateur? ¿En las esquinas siempre tiene preferencia el peatón?
Estas y otras preguntas de similar naturaleza fueron quizá las más complejas de responder cuando a lo largo de la charla la pareja de inspectores de tránsito sondeaba —no en una prueba formal sino por puro ejercicio nomás— los conocimientos y experiencia de los conductores que hacíamos el curso de manejo defensivo en la Dirección de Movilidad Urbana. La verdad es que cuando nos informan que debemos hacerlo y dura más o menos dos horas, no a todos nos cae bien. Sin embargo, son dos horas muy bien empleadas.
Precisamente, las preguntas y respuestas formuladas por los asistentes que se animan a intervenir revelan a veces desconocimiento o al menos falta de claridad a la hora de aplicación práctica de aquellas normas de tránsito cuya existencia conocemos.
El educador vial aclara, explica y recomienda en un ambiente distendido y ameno, imposible de trasladar a la calle. Porque es difícil que expongamos nuestras dudas al inspector que nos para en la vía pública para pedirnos documentos, realizarnos una advertencia o ponernos una multa.
Por otra parte, asistir a una de estas instancias de manejo defensivo deja al descubierto también que todos tenemos más o menos claro cuáles son las infracciones más comunes que cometemos. Se trata pues de una actividad educativa cuyo valor reside fundamentalmente en propiciar la reflexión y hacernos tomar conciencia de que pequeños errores pueden tener graves consecuencias y en informarnos sobre cómo debemos actuar y prevenir los accidentes.
Cursillos de este tipo son sumamente necesarios y deberían existir con carácter obligatorio en instancias adicionales a la de renovación de libreta e incluso, con carácter voluntario para quienes deseen hacerlos en cualquier momento. Debemos pensar y actuar por un mejor tránsito en beneficio de la salud propia y el respeto a la vida ajena. Y para eso a veces necesitamos ayuda. Educarnos como usuarios de la vía pública y reflexionar sobre nuestras prácticas cotidianas es fundamental porque la seguridad en el tránsito no es accidental.
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