Paysandú, Lunes 11 de Agosto de 2008
Deportes | 04 Ago Reconoce que cuenta las horas para sentarse frente al televisor a llenarse de Juegos Olímpicos. Asegura que hoy se eriza con cada prueba que le refleja la pantalla, que hay situaciones que nunca pudo borrar de su cabeza. Dice también que nunca tomó conciencia de lo que logró en su juventud y que es lógico que los jóvenes de hoy no tengan ni idea de quién es. Juan Antonio Rodríguez lleva sobre sus espaldas nada menos que dos medallas olímpicas en remo (Londres 1948 y Helsinki 1952), situación que pasa generalmente desapercibida para las nuevas generaciones, pero que merece estar cada vez más vigente.
Un invierno clave
«-Los gustos te llevan a algo que ni te imaginás. Me dio por el remo porque mi padre era guarda de la aduana y donde está la piscina del Remeros había una pasarela, y estaba el resguardo del puerto Norte. Mi padre hacía guardia, yo le llevaba café y veía los botecitos que salían a remar, y decía: ’¡que lindo sería salir en esos botes!’. Hasta que comencé de a poquito cuando tenía 15 años», relató Rodríguez sobre sus inicios en el deporte que lo llevaría a la gloria.
Tendrían que pasar dos años para que las cosas comenzaran a tomarse en serio. «En febrero de 1945 corrí y gané la primera regata, la vuelta a la isla, pero después no podía ganar más. A finales de año los más grandes, los más fisicudos, me decían: ’dale, Bocacha, vamos a remar’. Y yo iba como pichicho hasta que en el invierno de 1946 seguí saliendo al agua y ellos, atorrantes, no salían a remar», relató.
Y ese invierno fue clave. «Con el entrenamiento cambié el físico y un día el ’Techo de rancho’ Silveira me invitó a ir río arriba. Cuando dimos la vuelta él iba adelante y me entró a apurar, pero le gané», recuerda entre risas.
Rodríguez ya era tomado en serio. Y cuando el profesor Wilfredo Raymondo volvió a Paysandú, comprobó que lo que se hablaba era cierto. «Raymondo era profesor, y Educación Física lo mandaba a recorrer Salto, Paysandú, Carmelo, Colonia, Fray Bentos y Mercedes. Venía en setiembre y le dijeron que yo andaba bien. Me sacaron al agua y pese a que me daban el peor bote, respondía. A esa altura me consiguieron un trabajo de peón a pico y pala que me vino bien porque aumenté de peso, hice músculo, pesas. Fue un gran entrenamiento», aseguró.
Así, el profesor hizo correr a Rodríguez no solo en single sino también en doble, junto a William Jones. «En marzo del ’48 venía la prueba selectiva para los Juegos de Londres y se inscribieron un bote de Salto, de Rowing y estaba Paysandú con un doblecito al que no lo conocía nadie. Y les dimos una movida bárbara, ganando por 150 metros».
Londres 1948
El pasaje a los Juegos de 1948 estaba sellado, pero la lista uruguaya estaba prácticamente completa al punto que los sanduceros fueron los últimos en ingresar a ella. «Nosotros cerrábamos la cola del avión y, mientras volábamos, nos empezaron a decir que teníamos chances. Pero el bote que llevábamos era una lástima», relató el ex remero.
Con 20 años, Rodríguez estaba en la máxima cita del deporte mundial. «El 5 de agosto corrimos la primera regata contra belgas y holandeses, y pusimos el peor tiempo así que fuimos al repechaje de perdedores, con los de mejor tiempo de la otra serie, que fueron los canadienses. Al otro día les ganamos, pero con un tiempo malo así que nos tuvimos que cruzar con los franceses, que habían vencido con un tiempazo. Y pese al bote malo los pelamos. Con eso estábamos en la final porque se habían clasificado Inglaterra, Dinamarca y nosotros, pero para la última regata el inglés (Douglas) se engripó y nos quedamos terceros».
Así llegó la primera presea de bronce, mismo metal que había obtenido en estos mismos Juegos Eduardo Risso. «Como teníamos los dos botes con medallas, la gente nos preguntaba si Uruguay era una isla rodeada de agua, porque tenía buenos remeros. Nos preguntaban si acá todos remaban», dice sonriente.
Finlandia 1952
Pero había más. «En julio de 1952 y con 24 años, gané la otra medalla de bronce en el doble, ahora con Miguelito Seijas. Pero todo fue distinto», recuerda Rodríguez.
Esta vez hubo que ponerle el pecho a las balas: se viajó sin bote y sin técnico, porque no había dinero. Pero antes, habría que ganar el lugar para representar a Uruguay. Rodríguez remaba con León Cosoy en Paysandú, pero durante el Sudamericano de Valdivia «lo relajé todo porque decía que le dolía la mano (Cosoy se había accidentado); se ofendió y cuando volvió le dijo al capitán del club que no seguía conmigo. Y desarmaron el doble».
Así, Rodríguez participó del selectivo para los Juegos de Finlandia en el single, pero Risso parecía invencible. «Entonces Seijas me dijo: ’canario, vamos a armar un doble’. Y le dije que sí porque en Paysandú no me dejaban correr en el doble. El nuestro fue el primer bote mixto que salió autorizado por la Federación, porque Seijas era del Montevideo Rowing. Y corrimos la selectiva y los pelamos a todos».
Como está dicho, se fue a Finlandia con muchas carencias. «En la primera regata fuimos segundos atrás de Rusia, y al día siguiente en el repechaje nos chocamos una boya y quedamos afuera pero, como teníamos posición de ganadores, fuimos a otro repechaje ante Estados Unidos y Australia, en el que solo seguía el que ganara. Y ganamos por un pedacito así para clasificar a la final».
A la última instancia llegaron, además de los celestes, Argentina, Rusia, Francia y Checoslovaquia.»Los tres europeos salieron como locos, mientras nosotros nos quedamos para atrás. En un momento nos dicen desde la lancha si íbamos a abandonar, Seijas se calentó y comenzamos a apretar. Le ganamos a los franceses en los últimos 150 metros y fuimos terceros», comentó. Hoy la realidad lo encuentra esperando ver por televisión una nueva edición de los Juegos Olímpicos, pasando casi desapercibido. «La gente joven no me conoce, pero es normal. No tienen ni idea quién soy. Pero es lógico, las generaciones han cambiado mucho. Y no me molesta en lo más mínimo», dice Rodríguez.
"NO SABÉS LO QUE HAS HECHO"
«Tengo la suerte de tener dos medallitas olímpicas de bronce. En esa época no se tomaba conciencia. Hubo un veterano que volvía con la delegación en 1952 y me dijo: ’Gurí, no sabés lo que has hecho. Sos dos veces medalla olímpica. No la tiene nadie, salvo el fútbol», recuerda Rodríguez, quien asegura que será difícil que los deportistas uruguayos puedan destacarse a nivel olímpico.
¿Cuáles son las razones? Muchas. «La juventud de este momento es distinta. Antes había menos joda, la droga no se conocía tanto. Son varias cosas las que influyen, como la situación económica. Antes Paysandú era floreciente, tenía trabajo todo el mundo. El otro día escuchaba a uno que, en la televisión argentina, decía: ‘dame los pesos que te defiendo cualquier camiseta’. Yo me compraba la camiseta para ir a correr por el Club Remeros y mi madre me hacía los pantalones».
Además, Rodríguez reconoce que «teníamos a favor que ellos salían de unas guerras terribles», haciendo referencia a sus rivales europeos.
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