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Paysandú, Lunes 11 de Agosto de 2008

Aníbal Sampayo vive en su obra y en la memoria de su gente

Locales | 10 Ago Un grupo de personas que espera que el Anfiteatro lleve el nombre de Aníbal Sampayo organizó una semana de actividades dedicadas a la recordación del artista y su obra. Se inició el sábado 8 y culminará hoy, con un espectáculo en el Anfiteatro del Río Uruguay.
El emprendimiento tuvo momentos de gran participación, y también otros que, por sus propias características, reu- nieron a aquellos que siguen de cerca todo lo vinculado al músico sanducero. Pero puede decirse que el balance es positivo y abre caminos para que la experiencia se repita en el futuro y para que los sanduceros cada vez valoremos nuestras cosas y abordemos iniciativas similares.
Ignoramos si hay antecedentes en Paysandú de algo semejante: 8 días de actividades dedicadas a una figura de la cultura local. Para concretarlos trabajaron Jesuina, «Chichí», Oscar, Rosario, Margarita, Zelmar, y otros que no es importante nombrar. Según se acordó al principio, «la única estrella acá es Aníbal». Se contó con apoyo de la Intendencia y no se puede dejar de mencionar esa especie de red social de instituciones y personas con que cuenta Paysandú para apoyar prácticamente cualquier planteo hecho con buena voluntad. Algunos ejemplos son el grupo teatral Aras, el Centro Universitario, el Círculo de la Prensa y EL TELEGRAFO, que aportaron los espacios físicos para que todo saliera bien.
Un cancionero
que está vivo
Quienes se interesan en las expresiones artísticas vinculadas con la identidad saben que no pasa mucho tiempo sin que algún artista grabe un tema de Sampayo o se lo homenajee en algún escenario. La hondura y la belleza de su obra han logrado que la gente la haga suya. Citemos un ejemplo reciente: en algunos sitios de Internet hay un video donde Laura Canoura, Jorge Drexler, Martín Buscaglia y Fernando Cabrera, durante una actuación en España, en la Expo Zaragoza 2008, cantan juntos «Río de los pájaros». Hace algunos meses, todos los medios habían hablado de esa misma canción porque aparece en «Hit», una película sobre grandes canciones uruguayas. Entre la gente común, esa canción siempre se ha seguido cantando. No son pocos los que recuerdan haberla aprendido en los patios escolares. Alcanzó niveles increíbles de popularidad, y aunque la obra de Sampayo fue prohibida por muchos años, permaneció en la memoria colectiva. Y todo el tiempo, artistas de todas partes incluyen creaciones de Sampayo en nuevos discos. En la provincia de Mendoza, Argentina, hay músicos adaptando sus melodías para ser interpretadas por orquestas sinfónicas.
La mejor prueba de la vigencia de estas obras fue el festival que dio inicio a la semana. El Florencio se colmó de un público dispuesto a disfrutarlas. Actuaron músicos locales (entre ellos el propio intendente Pintos), de Quebracho y de Mercedes. Entre el público hubo gente de Buenos Aires y de otros lugares. Las canciones de Sampayo fueron mayoría, pero también se oyeron otras dedicadas a él.
Escuchando todos juntos esos temas, uno no puede menos que asombrarse de la obra que dejó. En todos los escenarios, países, escuelas, cárceles y demás lugares por donde pasó, dejó poesías, melodías y anécdotas... Tuvo una vida intensa y ni la cárcel, ni el exilio ni la indiferencia detuvieron su inspiración. Reunir su obra completa podría llevar años de pacientes pesquisas.
Una personalidad singular
Las instancias vividas en la semana fueron armando un rompecabezas con todas las facetas de esta singular personalidad. Porque está el Sampayo poeta, el creador de nuevas especies musicales, el dotado intérprete de arpa, el contador de historias, el hombre comprometido que no sabe permanecer en silencio frente al dolor ajeno, el trashumante de los lugares donde antes había pasado Artigas... También hay que decir que su nombre a veces genera polémicas. Hay quienes lo ven únicamente como un subversivo que contrabandeó armas para los tupamaros. Hay quienes no comparten que muchas de sus letras no cultivaran «la perfumada ambigüedad que halaga a tirios y troyanos», por citar un poema escrito en su homenaje (1). Pero lo cierto es que se trata de un artista cuya obra no necesita ser reivindicada. Sus pájaros de antiguo vuelo siguen volando alto.
Cada vez que alguien habla de Sampayo, en algún momento irrumpe su legendario sentido del humor. Alguien que lo conoció cuenta que una vez, en Suecia, para que un grupo de jóvenes prestara atención a una polca la transformó en un rap. Años después, en Piriápolis, hizo lo mismo, pero esa vez además bailó.
Muchas de las personas que impulsan la Semana, o que llegaron a Paysandú para ser parte de ella, fueron muy cercanos a Aníbal. Por eso, en las distintas actividades no faltaron momentos de gran emoción. Cada charla fue una reunión abierta, enfocada en algún aspecto particular de la vida y la obra de Sampayo, con la música y la poesía como acompañamiento permanente. La primera charla fue en el Teatro Aras y estuvo a cargo de Nelson Caula, quien además de hablar dejó archivos sonoros de y sobre Sampayo, y hasta algún testimonio fílmico. El mismo día, Horacio y Hugo Merlo ofrecieron una intimista e intensa versión de la «Cantata Heroica», que narra la Defensa de Paysandú. Escrita por Sampayo durante sus años de reclusión en el penal de Libertad, años después Hugo Merlo le encontró una música.
Numerosos testimonios
El lunes, en el Centro Universitario, «Chichí» Vidiella dejó su testimonio de muchos años de amistad con el homenajeado, aportando interesantes datos sobre sus años juveniles, sobre canciones desconocidas, sobre sus viajes y sobre la forma en que comenzó a proyectarse en todo el continente como un grande de la canción. Después, Hugo Rodríguez y Oscar Pina presentaron una amena charla sobre música del litoral.
El martes, en el Círculo de la Prensa, fue el turno de Walter Díaz, acompañante de Sampayo durante su exilio en Suecia. Por esos años el artista sanducero grabó discos como «Canto a la liberación», que ilustró la charla, y llevó su música a muchísimos lugares del mundo. Luego hubo un recital de Osvaldo Sanguinet, Guillermo Maidana y William Amarillo, que junto a alumnos de la Escuela de Música de la Intendencia presentaron novedosas versiones de canciones de Sampayo.
El miércoles, en la sala «Librepalabra» —hogar de la poetisa Jesuina Sánchez y lugar de reu- nión del grupo organizador— se inauguró una exposición con fotos, recortes de prensa, partituras, fonogramas e instrumentos, entre otros elementos testimoniales. Participó el poeta entrerriano Jorge Enrique Martí —entrañable amigo de Sampayo—, quien pronunció palabras llenas de emoción y dignidad, con momentos intensamente poéticos. Esta vez, la música fue de los grupos «Guidaí» y «Walicxé». El jueves, en Casa de Cultura, se proyectaron películas. Desde Soriano llegó un documento inesperado, una actuación de Sampayo junto a Mario Fernández en el Festival del río San Salvador, cumplido en Dolores en los años ’80. Se proyectó también una edición del programa «Arte y Cultura de Paysandú», de nuestro medio. Desde Santa Fe, Argentina, llegó el documental «Aníbal Sampayo», de Rolando López, quien viajó especialmente para estar presente. Según explicó Oscar Pina, del grupo organizador, la respuesta de quienes acercaron material superó las expectativas, y quedó todavía mucho para ver.
El viernes fue el turno de Schubert Flores, investigador guichonense radicado desde hace años en Buenos Aires, que trabaja escribiendo la biografía de Aníbal. En una charla cumplida en nuestra casa periodística, presentó muchos de los numerosos datos que ha ido reuniendo, a través de un ameno relato que fue, por extensión, una lección de historia de la música popular y de la sociedad que la generó, o sea la nuestra. El volumen de la información que maneja hizo que Flores optara por profundizar los años que van desde el nacimiento del poeta (1926) a su momento de mayor éxito artístico (1963-64). La velada se vio engalanada con la actuación de Yamandú Palacios, intérprete y compositor de grandes obras de la música uruguaya que hasta fue guitarrista acompañante de Alfredo Zitarrosa.
En el momento de redactar estos apuntes nos disponemos a participar en una charla de Mario Castro Bergara sobre el Sampayo poeta. Quedaría mucho por contar. No olvidemos que hubo muchas otras actividades paralelas, que por motivos de espacio resulta imposible enumerar, cumplidas en talleres literarios, programas radiales, escuelas, liceos y otros centros educativos. En todas estuvo la intención de reencontrarnos, a través de la obra de un creador, con nuestra historia, nuestra cultura y, en definitiva, con nuestra identidad.

(1) «No hay nada que suene como tu caparazón», de Hector Spinelli.


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