Opinion | 05 Ago La Junta Nacional de Drogas impulsa la implantación en Uruguay de la experiencia basileña de prevención del consumo de drogas —fundamentalmente alcohol y tabaco— en el ámbito laboral, comenzando por las empresas públicas del país.
Por estas horas se encuentra en nuestro país una misión del Servicio Social de las Industrias de Rio Grande do Sul, Brasil (SESI), cuyos integrantes se reunieron con técnicos de la Junta Nacional de Drogas e integrantes de los gremios de las diferentes empresas públicas para poner en marcha el Programa, que esta vez estará dirigido a los funcionarios de estos entes.
El proyecto se basa en la prevención y no en el tratamiento. Busca prevenir el estrés y el consumo de drogas, que se intenta eliminar como posibilidad de refugio o evasión. El tratamiento es una instancia posterior, una vez realizado el diagnóstico de situación y cuando la circunstancia lo amerite.
La prevención en el ámbito laboral, si bien es llamativa y sería esta la primera vez que se aplicara con alcance nacional, no es totalmente nuevo para el país, ya que existen experiencias uruguayas pioneras en la materia. Una de ellas es la de la Intendencia de Paysandú, que con el aval del sindicato y el apoyo del Centro de Atención de Adicciones (Cenda) se desarrolla desde hace cierto tiempo con buenos resultados.
La droga es siempre un flagelo que golpea a las familias donde existen adictos y también genera problemas si estos la llevan a su lugar de trabajo. El alcohol y el tabaco —drogas socialmente admitidas— son las más frecuentes y, aunque no se permite tomar alcohol en horario laboral, así como ahora tampoco se puede fumar dentro de las empresas, el alcohólico siempre encuentra cómo evadir la prohibición y el fumador fuma en la puerta.
Poder avanzar en este tema en el ámbito laboral por iniciativa de las empresas es más que positivo, dada la repercusión que esta puede llegar a tener en la calidad de vida de los trabajadores y por el incremento de su productividad, que seguramente determinará.
En este sentido, es excelente la iniciativa del Estado uruguayo de instrumentar programas de prevención en sus empresas. Nutrirse de la experiencia de los países más avanzados en esto seguramente ayudará, pero es necesario tener en cuenta aquellas características que hacen a nuestra idiosincracia e identidad. Está más que demostrado que la importación de un modelo de realidades distintas no siempre funciona. Corresponde, entonces, aplaudir la iniciativa y reclamar a las autoridades uruguayas un ajuste a nuestra realidad.