Opinion | 12 Ago Nuestro país tiene numerosos sitios de relevancia histórica y lugares de valor patrimonial que deben ser protegidos. Casa Blanca, que fue el último pueblo privado del país hasta que hace unos años el frigorífico lo vendió al Estado, debería estar en esa lista.
Esta población, cuyas casitas fueron construidas en el siglo XIX para alojar a los trabajadores del frigorífico allí existente, así como su entorno natural, son únicos en el país y el almacén pulpería, así como la Capilla Santa Ana, le otorgan un valor testimonial muy significativo.
Su atractivo lo ha convertido en un sitio elegido para filmaciones, y es así que el director Ruben Coletto está rodando un documental sobre Casa Blanca, que hasta podría convertirse en película. Este mismo director anunció que el próximo mes realizará un casting buscando la participación de actores sanduceros, así como extras del propio lugar, que será escenario de una película de ficción que comenzará a dirigir próximamente. El documental financiado por la Fundación Arte El Nudo, formada por artistas nacionales e internacionales, será presentado en festivales de Berlín y París, y luego se podrá ver en Uruguay.
Este tipo de acontecimientos es novedoso para Paysandú, y si bien están directamente relacionados con el auge que está teniendo el sector audiovisual en Uruguay, remiten también a un hecho esencial que no debe pasar desapercibido y que es el valor de las cosas nuestras.
La belleza, la singularidad del pueblo y la vida de su gente son marcas naturales y culturales de este lugar. Señas de identidad que lo hacen atractivo a la vista del forastero y que quienes lo conocemos desde hace tiempo quizá no siempre sabemos apreciar.
Ahora bien, hoy las casas del pueblo —de reminiscencia colonial portuguesa— ya no son del frigorífico y quienes viven en ella incluso pueden ser propietarios. Esto implica que cada familia puede tomar decisiones que modifiquen el aspecto de su vivienda. Y eso si bien es atendible desde el punto de vista de las necesidades hogareñas, puede llegar a ser muy perjudicial para el valor patrimonial del lugar. Se impone en forma urgente la consideración y aplicación de directivas para que a las construcciones se les pueda realizar las mejoras necesarias para su confort pero respetando su toque de época. Por eso, deberíamos desempolvar la vieja aspiración de declarar a Casa Blanca Monumento Histórico Nacional.