Paysandú, Domingo 17 de Agosto de 2008

OPINIONES

Solicitada

Locales | 13 Ago Me dirijo a usted a efectos de relatarle ciertos acontecimientos, más allá del dolor que significa la pérdida y despedida de un ser querido, de un excelente padre de familia. Quiero puntualmente destacar y agradecer al comando de la Jefatura de la Policía local por el brillante y emotivo homenaje que le brindaron junto a muchos funcionarios el día posterior a su fallecimiento, en el sepelio, al señor subcomisario Juan Carlos Brazeiro de los Santos, que fuera víctima de un trágico accidente por culpa de dos «inimputables».
La verdad, hace mucho tiempo no veía tanta gente acompañando un ser querido hasta su última morada, como así tampoco tanto pero tanto reconocimiento a un ser humano que sin lugar a dudas fue una gran persona de bien, como lo fue «El Mocho», como todos lo llamábamos cariñosamente.
Pero además del dolor que ello significa, de lo que nos causó su partida trágica y repentina por ser un hombre joven y los pequeños hijos que deja, más profundo es el dolor de ese simulacro —por decir algo— que este señor tuvo que morir para que lo reconocieran lo que verdaderamente era... ya que unas semanas atrás ese mismo Comando de Jefatura lo había hecho, como decimos vulgarmente, «a cuadritos» por calumnias de un delincuente que cuenta con profusos antecedentes penales, a quien nadie, ni la propia Policía ni la Justicia han sabido callar, y a un mal nacido que viste el uniforme y dice ser policía, que trataron al señor Brazeiro de corrupto. Lo pasaron por la máquina no solo a él sino también a su mujer por presunto enriquecimiento ilícito, producto de una supuesta corrupción. Esos mismos delincuentes empapelaron la ciudad diciendo lo peor de Brazeiro, y por si fuese poco lo publicaron.
Ahí el propio comando se encargó de traer un fiscal letrado con toda su comitiva del Ministerio del Interior desde Montevideo y ¿saben para qué viajó esa gente 400 kilómetros? Para investigar si Brazeiro y su mujer tenían sommier y aire acondicionado, como los «intachables» habían denunciado que tendrían, producto de la corrupción...
Por ello nuestro dolor tan grande al pensar en cuánta maldad y falsedad. Y aquí nuestra pregunta: Si este homenaje ¿fue para dormir y tener la conciencia tranquila o porque en verdad se dieron cuenta y reconocieron su bondad y su humilde persona, que seguro de bien que era el «Mocho»?
Una madre hoy vela por esos 4 hijitos que dejó desamparados. ¿Quién los protegerá? Nos preguntamos también si ese comando movilizará a todo el Ministerio para ampararlos y brindarles todo el bienestar y apoyo económico que seguro por meses no tendrán. Como así tampoco esos pequeños tendrán ese «padrazo» como lo fue «Mocho», a quienes nos daba gusto verlo pasearse con sus retoños, orgulloso de ellos, en especial del pequeño Juan Manuel quien decía iba a ser jugador de fútbol como él. Negro


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