Paysandú, Martes 19 de Agosto de 2008
Opinion | 16 Ago Las motivaciones ideológicas que dieron lugar a la guerra fría de los años 50 y 60, sobre todo con la crisis de los misiles instalados en Cuba, han desaparecido a partir de la caída de la ex URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y de los países del socialismo real, y es así que solo quedan escasos lugares en los que está vigente algún régimen comunista que sigue el modelo ya desaparecido.
Desde entonces estos países se han reconvertido, no sin dificultades, a modelos basados fundamentalmente en economías de mercado y desmantelamiento de las pesadas estructuras burocráticas que pretendieron crear un Estado benefactor y generador de bienestar, con un absoluto fracaso.
El armamentismo y las tensiones derivadas de la división del mundo en dos partes de aquella guerra fría quedaron atrás —o así debió ser, por lo menos— y hasta durante algún tiempo se pensó que efectivamente ello se lograría.
Pero no ha sido tan fácil desmantelar las estructuras creadas en base a esos modelos, y ha sido notorio el trasiego de sofisticado armamento desde la ex URSS y otras naciones hacia mercados compradores y demandantes de estos elementos, lo que trajo aparejado distorsiones y amenazas bélicas en los lugares más recónditos.
En fin, la industria armamentista no conoce ideologías, siempre se dio tanto en el mundo capitalista como en el comunista, y tras la guerra fría, igualmente siempre hay mercados.
Pero cuando parecía superada la dicotomía Este-Oeste, bajo la apariencia de conflictos étnicos han surgido cruentas guerras en Europa del Este, y lamentablemente, aparecen los resabios de influencias y apoyos con intervención de países occidentales y de los ex soviéticos.
Y tenemos así que en estos días, con su excursión el estado independiente de Georgia, Rusia amenaza con iniciar una nueva guerra fría, al enviar soldados a la región separatista de Georgia de Osetia del Sur a efectos de «proteger» a la población rusa de ese lugar. De paso, advierte a Estados Unidos y otros países occidentales que no intervengan en problemas internos en los que en cambio sí se siente con derecho a intervenir usando la fuerza.
Y más que ideológico, tenemos acá el componente de la riqueza petrolera de esa zona, en la que Georgia forma parte del «corredor sur de energía» respaldado por Estados Unidos, que conecta a la región del Mar Caspio con los mercados mundiales sin tocar Rusia.
Es decir, que hay muchos intereses de por medio, que siempre aparecen para recrear escenarios bélicos, esta vez sin ideologías como detonante pero sí con mucho dinero y poder de por medio.
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