Paysandú, Miércoles 20 de Agosto de 2008
Locales | 13 Ago «Rayo», te fuiste,
Pequeña jirafa que naciste hace dos años en un mundo que no es el tuyo, quizás no sabías porque nunca conociste el que te pertenece, la sabana africana.
Naciste en el centro de la ciudad de Montevideo, pues tus padres estaban ahí, presos de por vida en la única cárcel en la que todos sus habitantes son inocentes, el zoológico.
El ser humano, único animal capaz de disfrutar con el sufrimiento sabiendo que es sufrimiento, tiene a estas almas («animal»: ser con ánima, alma) hacinadas en un hábitat cruel, deformante para los que están de uno y otro lado de las rejas.
Gandhi dijo: Las naciones pueden ser valoradas según el trato que le den a sus animales, por esto cada vez más animales - humanos de todo el mundo no deseamos tratar así a los animales - no humanos.
«Rayo», tú y tus padres como los de tu especie creo que no emiten sonido, quizás por tu paz propia de los vegetarianos y para qué, si el ser humano con la empatía erosionada no entiende ni el «muuu» o el trino de un pajarito enjaulado...
Einstein dijo que Dios no juega a los dados. Ese alambre que te tragaste fue causalidad, quizás tus padres no querían seguir viéndote en cadena perpetua como ellos.
Si un ser humano besa en la boca a una jirafa puede ser que la jirafa tome alguna infección, pues su altura no le fue dada para los curiosos humanos, sino para que puedan comer los retoños más puros de los árboles, esos que están en contacto con el cielo, los que poseen mejor energía divina.
¡Pero no! Tú comías el fruto de la incomprensión humana, ración enfardada, y ahí estaba quizás ese alambre.
Chau «Rayo». Sabemos que estás mejor por amor y gracia divina
Fernando Martínez, del movimiento vegano de Paysandú.
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