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Paysandú, Miércoles 20 de Agosto de 2008

TAMBIÉN TABLERO ELECTRÓNICO

Sala de billar del Club Paysandú tiene «nueva» mesa de 100 años

Locales | 17 Ago El billar es un juego antiguo, del siglo XVI, que requiere práctica, técnica y paciencia. Y también saber algo de geometría, aunque no sea de manera totalmente consciente.
Uruguay, como buena parte de América Latina, heredó este juego de los conquistadores y luego se afianzó con los inmigrantes españoles e italianos. Y hay lugares donde casi se hace un culto de él. Uno de ellos es el Club Paysandú. Allí se junta seis noches por semana un grupo de jugadores que disfrutan de pegarle con un taco de madera a la bola, para que ésta ruede en una mesa con un paño verde, le pegue a una o dos bolas más, volteando hasta cinco palillos para hacer puntos. Parece fácil, y parece que cualquier mesa serviría. Pero ni lo uno ni lo otro. No es tan fácil, y la mesa es especial.
Tan especial es, que en la sala de billares del club están muy satisfechos de tener una mesa match, recientemente traída de Buenos Aires. No es nueva. En realidad, tiene unos 100 años.
Se trata de una mesa con cuatro pizarras (la superficie donde rueda la bola) superpuestas, de 5 centímetros de altura, 3 metros de largo por 1,5 de ancho y 260 kilos cada una. Las patas y la estructura del mueble, posiblemente de roble y de origen inglés, hacen que la mesa de billar, completa, pese unos 1.500 kilos.
LA MESA MULTINACIONAL
«Demoramos cuatro días en armarla», contó Hugo Otarda a EL TELEGRAFO, dando cuenta de la multinacionalidad del instrumento de juego: las gomas de los laterales son alemanas, el paño es norteamericano, el taco que utilizan los jugadores habituales es francés o italiano; los palillos son italianos y las bolas —roja, blanca y amarilla— son belgas. Tiene otros detalles: las gomas laterales, las «bandas» están calefaccionadas «para que mantenga la temperatura y la bola rebote siempre igual». Es una mesa de competición profesional, y se juega con el reglamento de la Asociación Mundial de Billares. Según se indicó, la idea es integrar la Asociación Uruguaya y participar activamente de los torneos nacionales.
Es que el entusiasmo se multiplica porque, además de la mesa, también la sala de billares del Club Paysandú tiene el único tablero electrónico del norte del país, donación de uno de los jugadores habituales.
«Hay en Montevideo y en San José, según nos dijeron», afirmó a EL TELEGRAFO Héctor Majó, de la subcomisión de billar del club.
Se terminó aquello del pizarrón donde se anotaba con rayas verticales cada punto, con una diagonal cruzada cuando se llegaba a cinco. Ahora es como en el fútbol o el básquetbol: los números electrónicos van cantando los resultados. En estos días se está jugando un campeonato de primera categoría en parejas, y en breve empieza el de segunda. «Esperamos que venga más gente, tanto a jugar como a ver», invitaron los integrantes de la subcomisión, mostrando con orgullo su sala de juego, donde un mueble con más de 100 años se conjura con un tablero electrónico del siglo XXI para que un grupo de hombres se diviertan pegándole a una bola de billar con un taco de madera.


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