Opinion | 22 Ago La Dirección Municipal de Higiene intensificó las acciones de fiscalización de las normas que regulan la elaboración y venta de alimentos. Según declaraciones del director de Higiene, Dr. Eduardo Américo, la repartición municipal que dirige realiza regularmente las tareas de fiscalización y especialmente en las panaderías, rubro en el que se ha indicado por parte de los mismos integrantes del gremio que existe un grado de informalismo que alcanzaría un 50 por ciento.
Para el jerarca la cifra de quienes están panificando y distribuyendo en forma clandestina está «sobreestimada». Sin embargo no es la primera vez que los panaderos formales aseguran que tienen que competir con un alto porcentaje de informales. Es de esperar que las afirmaciones realizadas desde uno y otro punto sobre la cantidad establecimientos informales estén debidamente fundadas en relevamientos concretos. Y al mismo tiempo es deseable que se extremen los esfuerzos para constatar la realidad en un rubro que involucra la salud pública al tratarse de un bien de consumo de la población.
Los mecanismos para lograr la identificación de los establecimientos irregulares dependen exclusivamente de la voluntad que se tenga para «blanquear» la situación. Si quienes denuncian luego permanecen pasivos, sin asumir acciones y quienes deben controlar se alinean detrás de las limitaciones para cumplir la función de inspección, la cantidad de establecimientos al margen de la normativa se mantendrá en aumento. Es fundamental el acuerdo de controles reales. Si se mantiene la tesitura de que solo son plausibles de controles quienes están en la legalidad, porque se inscriben y declaran su existencia y luego permiten el ingreso de los inspectores a sus establecimientos, será imposible identificar a los informales. Mientras, quien trabaja en la informalidad, debido a que no está incluido en ningún registro nunca puede ser fiscalizado y el combate a la ilegalidad no pasará de ser una declaración y una esperanza.