Paysandú, Sábado 30 de Agosto de 2008
Locales | 29 Ago En el campo cada vez hay menos gente y esa realidad no resiste el más mínimo debate. Muestra clara de ello es ver cómo grandes extensiones —antes por entero dedicados a la producción agrícola ganadera— se encuentran literalmente despobladas, con cultivos forestales que solo requieren mano de obra calificada con personal capacitado y formado en el área.
Uno de esos lugares que supieron respirar aires de bonanza es Araújo, pueblo ubicado unos 52 kilómetros al noreste de la ciudad de Paysandú.
Ahora consta de 16 hogares, si tenemos en cuenta las estancias más cercanas —ubicadas en un radio de 5 kilómetros— incluyendo el propio centro poblado. A la escuela 36 de esa localidad asisten unos veinticinco niños. La zona, como el resto del litoral oeste, no ha escapado al avance de la forestación pero tiene también, aunque en menor escala, plantaciones de trigo, girasol así como cría de ganado.
Según el relato de los habitantes, «fue un pueblo grande». Y como desde otros tantos lugares de la campaña sanducera, se ha ido mucha gente. Algunas familias se instalaron en Lorenzo Geyres en busca de mejores destinos. Pero uno de los fenómenos de corrimiento más fuertes se generó desde la construcción del nuevo Mevir en Queguayar —ubicado a unos doce kilómetros del pueblo sobre la Ruta 3— que reagrupó a muchas familias.
Además, «la forestación contrata mano de obra calificada», según comenta la gente en el pueblo, «lo que no mejora las fuentes laborales de los peones del lugar, que en la mayoría de los casos no culminaron sus estudios primarios».
El origen del pueblo, según datos obtenidos en la escuela, se remonta a principios de 1900. Vivió una época de esplendor y gran empuje social y comercial. Algunos vestigios, como el viejo almacén de ramos generales que fuera propiedad de don Julio Innella, revelan rápidamente un extraordinario movimiento productivo.
En la explanada principal del viejo comercio aún se mantienen en pie dos surtidores de combustible y un viejo cartel de Ancap. La casona fue referencia en la zona. Allí se surtían de alimentos los pobladores de una vasta zona y se generaba gran parte del movimiento social y productivo entre Santa Kilda, Palmar de Quebracho, Cerro Chato y otros centros poblados.
Hoy el abandono ganó terrenos y el sinuoso camino vecinal que conecta el pueblo con la ruta no permite transitar con facilidad.
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