HISTORIA: 1899

Locales | 27 Ago Llama la atención la nota publicada el 30 de agosto de 1899 en el periódico sanducero «El Obrero», donde se transcribe una aparecida en un periódico entrerriano que no identifica. Dice textualmente:
«En la Meseta. Cortesía y patriotismo ausentes»
Leemos en un diario de Concordia: «Contra lo que se esperaba, la inauguración de la estatua del General Artigas, en la meseta del mismo nombre, sobre la ribera del Uruguay ha sido un fiasco».
«Los concurrentes no alcanzaban a 200. Damas, cuatro solamente. Los de Concordia al encontrarse con tal espectáculo, semejante a velorio, experimentaron una impresión penosa, como era natural, y en poco estuvo que no regresaran inmediatamente; corridos no solo por la tristeza sino por la descortesía de la comisión oficial».
«No quiso esa comisión, como debía, hacer los honores de la casa, recibiendo dignamente a los que iban del extranjero atraídos por un espectáculo que suponían grandioso dada la personalidad histórica del General Artigas, cuya actuación en las épicas luchas por la independencia uruguaya, reclama desde hace tiempo una demostración honrosa».
«La comisión oficial no había invitado al pueblo sino particularmente a varios vecinos del Salto. El General Villar, personalidad descollante en la escena uruguaya estaba allí como avestruz contra el cerco, para valernos de una expresión criolla, metido en su carpa quejándose como otros de no haber sido invitado. Haremos notar, porque es justo que el mismo general doliéndose también de la situación desairada de nuestros viajeros, quiso atenuarla en parte, invitándolos a entrar a la carpa y a servirse de algunas provisiones; lo cual fue agradecido sin ser aceptado».
«Entre los pocos particulares del Salto invitados por la comisión se sirvió un asado con cuero, del que no participaron los viajeros concordienses sino con los ojos».
«La inauguración del monumento se hizo con un discurso del presidente de la comisión, pronunciado sin patriotismo. Fue uno de esos partos intelectuales hechos con frases rebuscadas que van enjaretándose en el papel para llenar un compromiso lo mejor posible». «Nuestros viajeros regresaron en la noche del mismo día, desencantados de lo que habían visto y no poco arrepentidos, algunos de ellos, de haber emprendido viaje para recibir un desaire».