Paysandú, Jueves 04 de Septiembre de 2008
Locales | 29 Ago Muchas personas que concurrieron a la escuela rural coinciden en afirmar que fue una etapa que los marcó fuertemente. Uno de ellos, que ya peina canas y rescata con alegría ese pasado, es Oscar Grattarola, quien a sus 78 años mantiene fresco en su memoria, como si hubiera ocurrido ayer, cada historia de aquellos años.
Simpático y dueño de un particular sentido del humor, mientras se hamacaba junto a su señora en el jardín de la escuela 9 de Colonia Paysandú, se mostró sorprendido ante un par de fotos que le tomamos, pero accedió gustoso a charlar cuando supo que se trataba de una visita de EL TELEGRAFO.
Vecino de San Félix, está casado con Ladys Macchi y son padres de tres hijos. Su memoria se remonta a tiempos en los que «apenas existía» en esa zona una huella del escaso tránsito de entonces. Era el camino que día tras día recorría para concurrir hasta la escuela 9 de Colonia Paysandú.
Recuerda que «se venía en el auto de la maestra directora, doña Elida Felippone de Heinzen. Eso fue por el año 1938. El edificio estaba allá arriba, donde se ven aquellos eucaliptos», rememoró mientras señalaba con su índice.
«Concurrí dos años a esta escuela. Nos bajábamos en la curva del camino que bifurca hacia Casa Blanca, en lo de la familia Córdoba. Aquella maestra era algo impresionante, dictaba las clases ella sola, atendiendo a un total de 70 niños. Para aquella época resultaba algo digno de ver, por eso es importante recordar y valorar. Sin dudas que fue una muy buena maestra».
Para rescatar la valía y entrega de aquella maestra, contó una anécdota que todavía narra con asombro. «Una vez, transitando por el camino, se le quedó el auto y sin mucho tiempo que perder sacó una piola —que siempre llevaba— y entre unos 30 gurises empujaron y cincharon de la soga hasta llegar a la escuela. Ya en el establecimiento ella misma sacó el carburador, lo limpió y volvió a poner en marcha el vehículo para poder regresar a su casa al terminar la clase. Usted tiene que imaginar además que el camino tenía tramos intransitables, como senderos hechos por los carros y pocos autos que pasaban por el lugar».
Grattarola repasó que «por aquel entonces había muy poca gente que trabajara en establecimientos. Eran todos tambos chiquitos, el tambo más grande era el de Mattiauda. La gente se dedicaba a la quinta, pero no había mucha producción», reflexionó.
Dijo que años después asistió al Colegio Don Bosco e insistió: «son grandes recuerdos, todos hermosos, que por suerte conservo plenamente».
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