Paysandú, Sábado 06 de Septiembre de 2008
Opinion | 31 Ago En el marco de una nueva gira presidencial, Tabaré Vázquez tuvo oportunidad de trasladar al director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, la inquietud del gobierno uruguayo ante el fracaso de la Ronda de Doha, por lo que consideró «impostergable» eliminar los subsidios a las exportaciones agrícolas, que distorsionan el comercio internacional.
En este encuentro el mandatario se mostró partidario de fortalecer un sistema multilateral de comercio basado en normas que promuevan «transacciones más justas y equitativas», y señaló que los subsidios a las exportaciones agrícolas que los países desarrollados aplican a las naciones emergentes, así como las reducciones de ayudas internacionales, perjudican seriamente al comercio.
Por supuesto, el planteo de Vázquez no es ningún descubrimiento del jefe de Estado, y es válido recordar que su antecesor en el cargo, Jorge Batlle, había transmitido la misma visión en cuanto foro internacional intervino, al punto de señalar que los países en desarrollo no necesitan ayuda financiera de las naciones ricas, sino condiciones de comercio justas, que les permitan crecer sin estar dependiendo del talante de las tesorerías de las economías poderosas para subsidiar sus producciones agrícolas.
Y este es precisamente el punto en discusión que se arrastra ya desde hace varias décadas, desde que las naciones desarrolladas han reafirmado una y otra vez que debe encararse un comercio internacional sin subsidios ni proteccionismos, pero son las primeras en establecer subsidios, cuotas de importación y barreras sanitarias, para defender sus producciones.
Vázquez siguió el rumbo de sus antecesores al reclamar la reducción de tarifas aduaneras, la eliminación de picos arancelarios «y de todo tipo de trabas a las exportaciones».
Junto al ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ernesto Agazzi, el viceministro de Relaciones Exteriores, Pedro Vaz, y el embajador uruguayo ante la OMC, Guillermo Valles, el mandatario sostuvo un encuentro con Lamy en el que pasaron revista al escenario del comercio internacional y en particular a la situación uruguaya ante las distorsiones que surgen de las prácticas proteccionistas de los países del Primer Mundo.
Para un país agroexportador como Uruguay, sobre todo, resulta vital superar las diferencias suscitadas en torno a los subsidios agrícolas en la Ronda de Doha, donde hubo alineamientos contraproducentes que superaron el conflicto de intereses Norte - Sur para incluir una posición ambivalente de naciones emergentes, las que jugaron su propio partido en desmedro de las economías de base agrícola.
El punto es que en julio quedaron bloqueadas las negociaciones de la Ronda de Doha, al ingresarse en punto muerto por el tenor de la confrontación, y por supuesto los más perjudicados por este estancamiento son los países más vulnerables, como Uruguay, lo que indica que a la inversa, las naciones poderosas, que dictan las reglas en el comercio mundial, no tienen interés en lograr definiciones en el corto plazo, y le dan largas al asunto en procura de sacar ventajas.
Según el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, debe apuntarse a mantener la confianza «en que las negociaciones continúen sobre la base de los primeros acuerdos alcanzados, que para Uruguay son satisfactorios, y además intercambiar ideas sobre el proceso que seguirá a partir de setiembre u octubre, que será clave para que esas negociaciones puedan prosperar».
Lo cierto es que no podemos quedar jugados a que aparezca la luz verde en la Ronda de Doha. Por eso Uruguay debe apuntar sus baterías a procurar una mayor diversificación de mercados que al menos atenúe las consecuencias de las reticencias a concretar un acuerdo global que reduzca el proteccionismo agropecuario del mundo desarrollado.
Será un buen atenuante mientras sigan cotizándose a buen precio nuestros productos básicos de exportación, como la carne, granos y lácteos. Pero sin dudas estamos ante la posibilidad de que en cualquier momento la situación de los precios se revierta, lo que indica la necesidad de lograr una sustentabilidad mínima a partir de acuerdos a través de la OMC, para que los subsidios no sigan pendiendo cual espada de Damocles sobre nuestra economía, tan pronto tienda a diluirse la coyuntura favorable.
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