Paysandú, Lunes 08 de Septiembre de 2008
Opinion | 07 Sep Si reclamamos que las veredas y lugares de acceso a los edificios públicos tengan rampas —y las hay en parte del centro de Paysandú—, resulta lógico y justo reclamar también que no haya obstáculos para el desplazamiento peatonal en las veredas, de forma tal que sea éste un lugar más seguro.
Aunque muchas veces no tomemos exacta conciencia, debido a que cuando lo frecuente se vuelve cotidiano solemos adoptarlo como normal aunque no sea correcto, la ocupación de veredas en Paysandú es un fenómeno que dificulta la circulación de los peatones.
Ocurre tanto en el centro como en los barrios, a pesar de que rige una ordenanza municipal que lo prohíbe expresamente.
Abundan en nuestra ciudad situaciones que infringen el decreto municipal 4362, que establece claramente que «los vendedores ambulantes y casas comerciales en general, ubicadas en al zona urbana» tienen prohibido «instalar puestos de venta al público de artículos de consumo o bultos de cualquier tipo en aceras y calles».
Asimismo, prohíbe «la realización de trabajos inherentes a talleres, gomerías o casas comerciales similares» en dichos lugares.
La norma tiene validez departamental y únicamente establece como excepciones a los puestos callejeros de la feria franca y otras organizadas o autorizadas por el municipio.
¿Por qué entonces no se hace cumplir esta ordenanza? Pareciera que los peatones sanduceros nos hemos acostumbrado a circular sorteando cajones de fruterías, motos que están para la venta y se exhiben en la vereda, bicicletas mal estacionadas, pizarrones y carteles, atados de leña y una amplia variedad de cosas que ocupan indebida e injustamente el espacio de los peatones.
Ni qué hablar de las dificultades que esta situación acarrea para las personas con discapacidades motrices que se trasladan por la ciudad en silla de ruedas y no es raro verlos tener que descender a la calle para transitar porque las veredas están ocupadas. Algo similar puede decirse sobre la peligrosidad que la existencia de bultos en las veredas implica para los no videntes, niños y ancianos.
Va siendo hora entonces, que la norma municipal sea controlada por los inspectores de la Intendencia, de forma tal que las aceras sean lugares un poco más seguros.
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