Paysandú, Miércoles 10 de Septiembre de 2008
Locales | 05 Sep A sus 75 años, Cristina Magdalena Alvez Rivero mantiene fresco en su memoria un pasado que la marcó gran parte de su vida. Madre de diez hijos —cinco varones y cinco mujeres— conserva intactos capítulos de una infancia con muchos recuerdos. En el presente relato, doña Cristina recrea detalladamente los lugares referentes del pueblo que la vio nacer, Cuchilla del Fuego, como así también algunos de sus habitantes, a quienes recuerda con afecto.
Cierto día, su hija Silvia acercó a la redacción de EL TELEGRAFO una carta que su madre había escrito con la intención de aportar datos de un lugar que para muchos parece haber quedado en el olvido.
Doña Cristina vive actualmente con Silvia en un barrio de la zona sur de la ciudad de Paysandú. Hasta 1971 estuvo en Cuchilla del Fuego, posteriormente se radicó en Guichón —donde estuvo hasta el año pasado—, aunque confesó que esa ciudad nunca le gustó.
Rememora que de niña concurrió a la Escuela 81 en un predio contiguo a la comisaría. «Era un rancho levantado en paja y terrón», dice.
Fue criada por su abuela y afirma que «los años de niñez fueron tiempos muy duros». Tenía pasión por estudiar, pero solo pudo llegar hasta quinto año escolar.
Cristina cuenta que «por el año 1939, en el pueblo había 23 casitas construidas en barro». Sostiene que siempre fue un pueblo olvidado por la sociedad: «contábamos con una comisaría, donde al fondo del predio existía una avenida de árboles de eucaliptos. La escuela original estaba construida en barro y paja, pero con el correr de los años al edificio lo levantaron en ladrillo.
Para ello fue utilizado el mismo predio donde funcionó anteriormente. Recuerdo a doña Enriqueta Oliveira de Manisse, que fue la primera directora del establecimiento y a su ayudante Nina Carotini. Había que verlas llegar a la escuela en sulky. Por aquellos años la escuela llegó a contar con nueve maestras».
De los establecimientos de los alrededores recuerda a las estancias San Joaquín, El Toboso y Corrales Chico.
Asegura que «ya en ese tiempo oriundos del pueblo quedaban muy pocos. La gente comenzó a marcharse, unos nos fuimos para Guichón y otros para pueblos cercanos.
Parece que aun veo al viejo almacén de ramos generales de don José Alberto Da Silveira, lamentablemente desaparecido en una gran tormenta que por el año 1998 arrasó con el pueblo. Al tiempo el pueblito se levantó de las ruinas y durante la gestión del doctor Jorge Washington Larrañaga se construyó un complejo de casas en material. Ello fue posible también gracias a un estanciero muy querido en la zona; Don Washington Pesce y su esposa donaron los terrenos y así Cuchilla del fuego tuvo otra oportunidad».
«Hoy solo pido a Dios por todas esas familias olvidadas, que vengan nuevos y mejores tiempos para todos ellos», expresa doña Cristina.
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