Locales | 05 Sep Cuchilla del Fuego es conocido también como Queguay Chico por su cercanía a uno de los ramales del río homónimo. La población está unos cuarenta kilómetros al noreste de Piñera y a 57 de Guichón. La zona, con suelos de de basalto, siempre se caracterizó por la explotación vacuna y ovina.
Allí el viento sopla con una fuerza que trae malos recuerdos a los habitantes, quienes recuerdan que en enero de 1998 un tornado destrozó literalmente las edificaciones, llevándose consigo una vida humana. Dos años más tarde, el 8 de diciembre de 2000, los vecinos inauguraban un nuevo complejo de Mevir, que en cierto modo devolvía las esperanzas a aquellas familias que lo habían perdido todo. La construcción de esas viviendas fue posible merced a la donación de Washington José Pesce y Olga E. Acosta. Los años han pasado, pero las cosas no han cambiado mucho: solo 6 de las 12 casitas están habitadas, porque la gente se fue en procura de mejores oportunidades.
Así, observar las polvorientas calles internas y escuchar el zumbido del viento es algo comparable con las imágenes que el cine nos ha mostrado como del Lejano Oeste norteamericano. Allí, en la escuela 81, un par de maestras se las ingenia para enseñar y estimular a un grupo de niños que no llegan a ser treinta. El establecimiento funciona como internado y permite a los padres dejar a sus hijos durante la semana, en un lugar seguro donde no solo aprenden a leer y escribir.
También funciona allí una bomba de agua administrada por un funcionario de OSE, una central telefónica de Antel y el destacamento de la 9ª Sección policial. Un par de paneles solares revela que el servicio de energía eléctrica de UTE no ha llegado y a unos cuatrocientos metros de la escuela se observan las ruinas de lo que en su tiempo fue el destacamento policial. Según afirman los pobladores de Cuchilla, «su estado no fue producto de la tormenta de 1998, sino que no se sabe por qué fue desmantelada». Solo algunas de sus principales paredes se mantienen en pie. Mientras un cementerio de piedras completa la serie de construcciones antiguas que aún se conservan.