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Paysandú, Domingo 14 de Septiembre de 2008

Reluciente Chevrolet Impala de 1964

Locales | 08 Sep El sol mañanero arrancaba destellos a la reluciente chapa de la carrocería, pintada en azul marino metalizado, de un Chevrolet Impala, sedán 4 puertas, con motor V8, fabricado en 1964, que circula en impecable estado.
Pertenece a Carlo Filotto, quien lo tiene desde hace un par de años. Ya estaba en muy buen estado cuando lo compró, por lo que no tuvo necesidad de remozar la chapa ni el chasis. El motor sí fue reparado hasta dejarlo a nuevo.
Los Chevrolet Impala de ese año vinieron con dos motorizaciones diferentes: uno de 6 cilindros de 235 pulgadas cúbicas y 135 hp, y el otro, precisamente en el caso del auto que hoy presentamos, de 8 cilindros en V de 283 pulgadas (4.500cc) de 170 hp.
En cuanto a las líneas del coche, ya no quedaban en éste ni rastros de aquellas aletas que estuvieran de moda a partir de la segunda mitad de la década del ‘50. El diseño es extremadamente sobrio. Un auto largo, ancho, casi chato y falto de detalles mayores. Pero fueron precisamente esa sobriedad y los valores mecánicos los que tornaron al modelo atractivo, con una alta respuesta favorable del público.
Con 44 años cumplidos, este auto es un referente vivo del modelo y la época de su fabricación, dado el excelente estado, tanto estético como mecánico, que muestra.
Filotto dijo que «no hubo necesidad de desarmar el auto. Le dimos una nueva mano de pintura, y ahora vamos a retirar el nailon que recubre el tapizado». Hacía referencia a que los autos estadounidenses de los años ‘50 y ‘60 venían de fábrica con un plástico grueso transparente, duro además, que protegía muy bien el tapizado.
Claro que con el paso de los años, en la medida que comenzaba a mostrar grietas o rasgarse, ese cobertura significaba un inconveniente porque «pinchaba». Por otra parte, más allá de ser eficaces para su función, se tornaban resbaladizas, lo que determinaba que la persona se corriera sobre el asiento.
Y en verano facilitaba que el conductor o sus pasajeros transpiraran en demasía.
SOBRIO DE LíNEAS RECTAS
El diseño tiene líneas rectas, 4 puertas, sin parantes, una sola moldura por lado que corre desde la parte posterior de la rueda delantera, hasta el final del auto.
Tiene un capó ancho, parrilla horizontal de extremo a extremo con el borde cromado, la palabra Chevrolet, la insigna sobre el capó y doble faro a cada lado.
El parabrisas es envolvente sin exageraciones, al igual que la luneta trasera; también es ancho el portaequipajes, y en su parte inferior, en una especie de cubículo a todo lo ancho, se insertan tres faros de cada lado, correspondientes a las luces de freno y de posición.
El habitáculo es cómodo, con dos largos asientos, y el volante luce solamente un doble rayo. Tiene un elegante tablero y la radio original, transistorizada, que aún funciona a la perfección.
El rodado tiene finos rayos y cuenta con un cierre tipo deportivo.
La suspensión permite un andar muy cómodo, ideal para desplazarse en carretera.
El motor, confiable y rendidor.
En fin, una marca, un modelo y un referente «vivo».
APUNTES TéCNICOS.
Motor: Chevrolet V8 de 4.500 cc (283’’), block «chico», de 170 hp. Caja de cambios: automática de 3 velocidades.
Embrague: múltiple de 9 discos de la caja hidráulica.
Carburador: cárter de doble boca.
Encendido: «Auto Lite» con distribuidor.
Frenos: a tambor, hidráulicos, con cilindros, campanas, patines y cintas. Dirección: hidráulica.
Suspensión: con amortiguadores y espirales adelante y atrás, catres y barra de torsión.


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