Opinion | 09 Sep Hasta el domingo se realizará en Montevideo y durante octubre en otros departamentos del país, una campaña de vacunación que nos debería comprender a todos. Unos 1.500 adolescentes de todo el país «vacunarán» simbólicamente a unos 130.000 ciudadanos contra las prácticas de maltrato infantil.
La propuesta se basa en dos componentes fundamentales: la capacitación y la sensibilización pública. En el primer aspecto, la campaña pretende educar a niños y adolescentes sobre a qué nos referimos cuando se habla de maltrato y buen trato en las relaciones humanas y los vínculos intergeneracionales. La sensibilización pública pretende, en cambio, poner el tema en la agenda y promover la reflexión.
La dosis «antipegánica», como la denominan los organizadores, consiste en un certificado de vacunación que explica a los interesados algunas acciones que implican la cultura del buen trato; un caramelo y un autoadhesivo con un logo de la campaña, con el objetivo de reforzar y hacer perdurar el mensaje sensibilizador de la misma.
Los organizadores afirman que la «vacuna oral» -el caramelo- tiene como ingredientes el respeto, amor, paciencia, comprensión, humor, ternura y tolerancia. Y sin duda que es así.
Porque como dijo el intendente de Montevideo, Ricardo Ehrlich, «no hay gesto de valor que no llegue al destinatario». Por eso mismo, este tipo de acciones son necesarias. Y, específicamente, el mensaje que transmite esta campaña de vacunación es necesario: «escuchan a los niños, crean en ellos, protéjanlos, denuncien actos de maltrato».
Lamentablemente nuestro país no es inmune ante el flagelo que representa la violencia doméstica y ante situaciones de violencia, los niños, como los ancianos, son los más desprotegidos y vulnerables.
Suele decirse que los niños y jóvenes son el futuro de un país, pero son sobre todo parte sustancial de su presente y deben crecer y desarrollarse en el respeto a sus derechos.
Esta campaña de vacunación promueve un trato por el buen trato. Comprometámonos a tener actitudes y conductas respetuosas de la dignidad e integridad de los niños y adolescentes.