Paysandú, Martes 16 de Septiembre de 2008
Opinion | 11 Sep El desarrollo de la microempresa es una herramienta clave para reducir la pobreza, generar empleo, impulsar el crecimiento económico, mejorar la distribución del ingreso, promover el espíritu empresarial y fortalecer la sociedad civil.
En América Latina las empresas con menos de 10 trabajadores generan la mayoría de los empleos y una parte considerable del ingreso regional. Uruguay no escapa a esa realidad. No obstante, una de cada dos micro y pequeñas empresas uruguayas en funcionamiento lo hacen en la informalidad, según una estimación del Instituto de Promoción Económica-Social del Uruguay, que cuantificó en 100.000 las que trabajan con registros regulares y otras tantas que lo hacen en negro.
Como lo hemos señalado en otras oportunidades desde este mismo espacio, la informalidad es un problema grave si consideramos que las microempresas son las que generan la mayor cantidad de puestos de trabajo en el país: si la mitad de ellas no están registradas, sus empleados y propietarios trabajan en negro y eso significa que están excluidos de los beneficios que brinda la seguridad social y el sistema de salud.
En la actualidad, integrantes de cámaras empresariales han expresado su preocupación sobre este problema. En tal sentido han manifestado que «a nadie le gusta trabajar en la ilegalidad» lo que conlleva un factor de riesgo. Lo cierto es que existe competencia desleal con quienes hacen un esfuerzo cada día para mantenerse en el circuito formal, puesto que el peso de los controles de la fiscalización del Estado y la carga impositiva se distribuye sobre éstos últimos exclusivamente.
Se impone entonces que los organismos competentes tomen cartas en el asunto y, a la vez de brindar a los empresarios informales la posibilidad de regularizar su situación, controlen a todos.
Por otra parte, no sólo se necesita ampliar el acceso a servicios financieros a las pymes sino ofrecerle herramientas para aumentar su productividad. Es en ese sentido que la capacitación es una opción clara y necesaria. Las escasas posibilidades reales de capacitación que existen para los pequeños empresarios generalmente inciden en la rentabilidad de las empresas, algunas de ellas de corta vida.
Por eso, el anuncio de la Confederación Empresarial del Uruguay respecto a la apertura de un programa de ventanilla única de capacitación e información sobre el acceso a las oportunidades existentes tanto en créditos como apoyo de distinto tipo para empresas, resulta alentador. Es algo necesario y debería establecerse en forma permanente en todo el país, de forma tal que realmente sea un instrumento útil para el sector.
Dar sustentabilidad a herramientas de este tipo es, en verdad, todo un desafío.
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