Paysandú, Martes 16 de Septiembre de 2008
Locales | 15 Sep El fuerte olor a cloro que suele quedar impregnado en las mallas, las toallas y el propio cuerpo hace que algunos usuarios —especialmente los padres de los niños que acuden a clases de natación— se cuestionen acerca de los niveles de cloro en las aguas de las piscinas. Sin embargo, el Laboratorio de la Dirección de Higiene de la comuna, que monitorea el cloro residual en las piletas, asegura que estas mantienen los niveles permitidos.
La normativa del Ministerio de Salud Pública sitúa el nivel permitido entre «0,2 y 0,5 partes por millón de cloro libre residual», según informó a EL TELEGRAFO la licenciada en Laboratorio Verónica Curbelo, encargada del Laboratorio Bromatológico de la Intendencia sanducera. Consultada acerca de si se han registrado excesos de cloro, respondió que «Nunca hemos tenido grandes problemas, pero yo puedo hablar solo de dos temporadas hasta ahora».
EN TEMPORADA
«Si bien controlamos las piscinas particulares y las nuestras, es decir las municipales, el seguimiento es más profundo en estas», explicó. «Verificamos que el nivel de cloro sea el adecuado, para asegurar que el agua no sea vehículo de patógenos, pero que tampoco se pasen de cloro para que no irrite a los bañistas», señaló Curbelo. A lo que agregó que de octubre a marzo las piscinas privadas se controlan mensualmente y día por medio las municipales. Sin embargo, durante el resto del año las privadas son monitoreadas solamente si requieren el servicio, en tanto las municipales están cerradas.
«Fuera de temporada brindamos el servicio a quien lo requiere y hay gente que lo contrata», explicó.
La licenciada en Laboratorio destacó la importancia de hacer el control, pues «el exceso de cloro puede causar dos cosas: que se altere demasiado el PH de la piscina y pierda así su poder desinfectante, o que dañe las mucosas de las personas en ojos, oídos, nariz, así como producir alguna decoloración del cabello».
Según los neumólogos, el cloro puede actuar como un gas irritante de las mucosas y la pared del aparato respiratorio, y desencadenar una reacción bronquial en individuos susceptibles, sea cual sea su edad. El primer síntoma de que el cloro de la piscina descarga su poder venenoso en nuestro organismo es la irritación de las mucosas oculares, nasales y de la garganta, y puede variar desde el lagrimeo o la sequedad, a la molestia o el dolor. Pero la acción del cloro llega incluso a las vías respiratorias inferiores, produciendo tos refleja, vómito y, en casos extremos, edema pulmonar.
CLORO LIBRE RESIDUAL
El cloro libre residual es el que está presente en el agua en forma de ácido hipocloroso o hipoclorito. Es el que se añade por encima de la cantidad necesaria para destruir las bacterias y oxidar la materia orgánica, en espera de actuar contra cualquier «enemigo» invisible (bacterias, materia orgánica).
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