Paysandú, Miércoles 17 de Septiembre de 2008

Lo que puede durar la «plata dulce»

Opinion | 17 Sep «Estos períodos de plata dulce no se sabe nunca cuánto pueden durar», reflexionó el economista Ernesto Talvi, al evaluar el contexto internacional favorable para la afluencia de capitales a la región, y advertir que este escenario es coyuntural. El doctor en Economía y Finanzas de la Universidad de Chicago y economista de la Universidad de la República, asesor principal en temas macroeconómicos del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en entrevista concedida al diario «El País», analizó el contexto internacional a la luz de la evolución de las últimas semanas, cuando algunos indicadores ya dan la pauta de cambios significativos.
Claro que una cosa es el análisis objetivo del escenario, para actuar en consecuencia, y otra muy distinta hacerlo desde el gobierno, cuando existe el componente político natural que implica una afectación en la opinión pública, más cuando nos vamos acercando al acto eleccionario, período en el que la subjetividad tiñe las decisiones.
No puede extrañar entonces el contraste entre la evaluación del economista y los comentarios optimistas de integrantes del equipo económico, con el ministro de Economía y Finanzas, contador Danilo Astori, a la cabeza, sobre la situación del país ante la eventualidad de cambios más profundos en el panorama internacional.
Para Talvi, las condiciones que llevaron a que los capitales buscaran refugio en naciones emergentes ya llegaron a su fin, y por ende las consecuencias de esta corriente, que se tradujeron en un crecimiento por encima de las previsiones y una fuerte apreciación de las monedas locales, algo a lo que Uruguay no ha sido ajeno.
Refiere el técnico a «la fuerte afluencia de capitales, ‘la plata dulce’, la que está provocando cierta sensación de exuberancia, cuando el mundo industrializado está en medio de una incipiente recesión. Este es un aspecto que me preocupa, porque estos períodos de plata dulce no se sabe nunca cuánto pueden durar. Apenas la Reserva Federal considere que el sistema financiero ha saneado sus balances y la fase recesiva concluya, comenzarán a subir las tasas de interés y parte de los capitales que hoy llegan a nuestras costas regresarán a las costas de Manhattan».
Es decir que estamos en una etapa de transición hacia el escenario que describe Talvi, y ante el cual Uruguay debería estar poniendo las barbas en remojo, porque es altamente vulnerable y dependiente tanto de la economía mundial como de lo que ocurra con nuestros grandes vecinos.
«El Uruguay debería estar preparándose para enfrentar eventuales turbulencias financieras globales y regionales, que han estado detrás de las grandes crisis de nuestro país», precisó el economista, y señaló como una necesidad imperiosa «especialmente el uso de políticas fiscales y financieras contracíclicas y una reducción de la deuda pública a niveles prudentes que nos pongan a resguardo de problemas financieros. Sorprendentemente ninguno de estos puntos está presente en la agenda actual».
Con lo único que discrepamos en este concepto es con lo de «sorprendentemente», desde que el componente ideológico y político - electoral es el que está marcando el rumbo en la política económica, aunque se pretenda disimularlo con cierta heterodoxia.
Es que el gobierno del Frente Amplio, que se encontró con una economía con viento a favor producto de la coyuntura internacional, lejos de aplicar medidas anticíclicas, se ha dedicado a aumentar el gasto aún por encima de la recaudación y el crecimiento económico. Y lo que es mucho peor aún, ha incorporado al Estado gastos fijos que van a ser devastadores para nuestra economía tan pronto se disipen las condiciones que alentaron este alegre modo de vivir el momento, para adelantar el carnaval electoral.
Claro que una cosa son las tendencias, cuando todavía hay tiempo de adoptar medidas que más o menos nos pongan a cubierto del problema que se avecina, y otra cosa actuar ante hechos consumados.
Sobre esto último hay demasiadas experiencias en el Uruguay, y la crisis de 2002 es la más reciente. Por ahora el fardo se traslada al próximo gobierno, pero sea este del partido que sea, lo sufriremos en carne propia todos los uruguayos si no se cambia ya la pisada.


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