Paysandú, Jueves 18 de Septiembre de 2008
Locales | 14 Sep — Cololó, cuéntele a su tata como le fue por la ciudá. ¡Qué alegría que haiga vuelto!
— Güeeenas tata. ¡No sabe cómo lo extrañé tatita!
— Cuentemé Cololó. ¿Cómo están los primos? ¿Qué le pareció el pueblo con tanto automotor y tantas casas altas?
— ¡’ta güenazo tata!
— Entonce... ¿va a volver pa’las próxima vacacione?
—¡¡Nooo!! Quiero decir... no se vaya a creer tata. No se enoje ¿no? Pero algunas cosas no entendí muy bien.
— A ver, cuentelé a su tata ¿Jugó con los primos del pueblo?
— Sí... pero más bien en el apartamento, ellos no salían mucho, yo pa’mí que ni caballo tenían.
— Pero Cololó...¡cómo se le ocurre! Los primos andarían en auto... me imagino.
— Sí. La primera vez juimo a una casa machaza que tenía unas escaleras que te suben y te bajan sin tener que mover las patas, como corral de ovejas pero te lleva p’arriba y pa’bajo. Tenía muchos kioscos, uno pegadito al otro. Creo que se llama yoging.
— Chopin bruto, chopin se llama. ¿Y ahí que hicieron?
— Caminamos mirando pa’dentro de los kioscos.
— ¿Y eso es entretenido?
— ¿A usted qué le parece tata? Dos horas mirando los kioscos. A los primos creo que les gustaba. Ahí me metieron en una casa donde nos dieron de comer unos chorizos redondos.
— ¿Chorizo redondo?
— Sí... redondo y achatao. Halburguesa creo que se llaman... con unas papas de plástico-.
— ¿Y no jugó al fútbol con los primos?
— Sí... al fútbol sí, pero sentao.
— Ahh, ¿estaba de suplente en el banco?
— No...
— ¿Pero jugó o no jugó al fútbol?
— Sí.... al Finfa 2000. Pero ni me cansé.
— ¿No se cansó?
— Ni traspiré tata, y eso que cuando hacía un gol mis jugadores se arrastraban y se abrazaban.
— ¿Y a usted le gustó?
— A mí no, pero los primos gritaban los goles y se ve que les gustaba mucho porque se quedaban toda la noche jugando.
— ¿Y usté?
— A mí se me cerraban los ojitos, tata.
— ¡Pah! Me parece que me está mintiendo Cololó. Cometas... ¿remontaron?
— Sí, también en el aparato ese.
— Gallinas... ¿No tenían?
— Sí... en el microondas.
— Y corderitos... ¿no había?
— En el frinzer. Después el primo se enfermó.
— ¿De gripe?
— No... estrés.
— ¿Usted es bobo? ¿Cómo tres? Usted tiene dos primos ¿O volvió más bobo?
— No, estrés se llama la enfermedad. Porque los tíos quieren que los primos hablen distinto a los demás y los mandan a aprender a hablar como los de las películas y cuando salen van a computación y a karate y a catecismo. Y dice que si una persona humana cuando es niño va a todos esos lados a la vez , le viene el estrés. ¿Yo no tengo que ir tata, no?
— No Cololó, quedesé tranquilo, a usted nunca lo va a atacar el tres ese. ¿Y no fueron a pescar?
— Sí... pero más o menos.
— ¿Cómo más o menos? O jué o no jué. Ya me lo imagino Cololó... sentadito... el arroyo correteando casi cayao entre los arenales, el fueguito comiéndose los palitos secos de los sarandises, un Martín pescador rompiendo el espejo del agua, el Sol escondiéndose atrás de la isla de eucalito, ya me lo imagino Cololó... los aparejos bien atendidos, los bicho e luz empezando a pestañear, los...
— No tata, nada de eso. Jué en el chopin ese que le conté, en una máquina, pero sin lombriz ni caña, ni nada.
— Me esta embromando Cololó... ¡Cómo va a pescar sin cañas! ¿Y no vio ni una puesta del Sol?
— Sí, una vez, en una película de vidé que alquilaron los tíos. A los primos les gustó.
— ¿Y no salieron a correr, a jugar por ahí?
— Sí correr... corríamos.
— Me lo imagino Cololó... saltando charcos, trepando callecitas de tierra, bajando laderas de piedras sueltas, viboreando caminitos entre las chircas, esquivando las espinas de cruz, juguet......
— No tata, no. Los primos corren en unos aparatos que se llaman cintas.
— ¿En el patio?
— En el dormitorio tata.
— ¿Y qué más Cololó?
— Una noche con los primos salimos con unas capas y unos gorros ¿no? Entonces el primo me dijo: «¿Dulce o truco?» Y yo le dije: retruco. Y todos se reían de mí, pero yo no entendí muy bien por qué se reían. Después con unas calaveras y con unos zapallos con caras, zapallos como de tronco pero de color naranja, como pa»hacer dulce, de zapallo ¿no? salimos a las casas ¿no?
— ¡¡Havoline!!
— ¿Eh?
— Havoline se llama eso Cololó. Yo escuché algo en la arradio. ¿Y qué tenían que hacer?
— Con los disfraces puestos íbamos y pedíamos caramelos.
— ¿Y su tata no le dio plata antes de salir? ¿Yo no le dije que trabajo todo el día pa que no le falte nada y pa que no ande de méndigo por ahí? ¿Y qué más hacían?
Los primos decían que había vampiros y brujas y se ponían gorros negros y colmillos y se colgaban arañas. Se subían a unas escobas, y decían que había espíritus, y que venían los fantasmas y los muertos... y... Tata...
— ¿Qué Cololó?.
— No me mande más al pueblo... acá está güenazo.... aunque no haigan halburguesas ni Javolines.
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