Opinion | 18 Sep En su última visita a Paysandú, el director nacional de Cultura, Luis Mardones, se encargó de tramitar desde el lugar y por teléfono ante la ministra Simón que el Ministerio de Educación y Cultura incluya al Monumento a Perpetuidad en su plan de inversiones para el próximo año.
Como bien sabemos los sanduceros, se trata de una verdadera joya patrimonial única en su tipo por estas latitudes que tiene un importante valor no solo histórico sino artístico y arquitectónico.
No obstante, con solo pasar por la vereda cualquiera puede darse cuenta que es necesario hacer allí con urgencia tareas de mantenimiento, comenzando por la fachada que luce desprendimientos de revoques.
En el interior, valiosas obras de arte funerario muestran también las evidencias del paso de tiempo y es posible observar la acción de hongos y humedad sobre el exquisito mármol de Carrara.
Agreguemos a esto que ha sido objeto de acciones vandálicas que han dañado su patrimonio. Tal es el caso de la rotura de columnas de mármol en algunas de las tumbas, las que no han sido restauradas ni repuestas a pesar de haber pasado no menos de tres o cuatro años del hecho.
Por todo esto y por tratarse de un lugar declarado Monumento Histórico y Artístico de la Nación, no debería encontrarse en esta situación ni esperar la visita de algún jerarca deslumbrado con lo que encontró aquí para ser mejorado.
Es verdad que se han introducido algunas mejoras de gestión en el lugar, tales como la ampliación del horario de atención, la contratación de pasantes que ofician de guías y la realización una o dos veces al año de propuestas innovadoras como la «Noche de los Museos» y las «Historias al paso», que fueron muy disfrutadas.
No obstante, éste como otros lugares interesantes que Paysandú tiene para mostrar carece aún de la difusión adecuada. Y si hasta los propios responsables del lugar reconocen que las visitas aumentan cuando sale alguna nota en el diario, parece obvio que difundir su existencia y acervo atraerá más visitantes.
Entonces, si el propio valor artístico e histórico del lugar no alcanza para que las autoridades que deben asignar recursos regularmente para el mantenimiento de los lugares declarados por ley como Monumento Histórico lo hagan ni que desde aquí se reclame lo que corresponde con la fuerza necesaria, quizá el aumento en la afluencia de visitantes sea una excelente excusa para llamar la atención y concretar lo que debería haberse hecho hace ya mucho tiempo.