Opinion | 19 Sep La 103ª Expo Prado que se desarrolla esta semana tiene varios motivos para ser considerada histórica. La presencia de 2.400 reproductores de 48 razas y la mayor inscripción de toda la historia de la exposición dan cuenta del auge que viven el sector agroindustrial y ganadero.
La muestra combina las técnicas de producción de vanguardia como la biotecnología y los cultivos transgénicos con las tradiciones rurales relacionadas al trabajo en el campo, y es ejemplo vivo de las posibilidades de convivencia de ambos aspectos en el desarrollo de emprendimientos. Con ello se evidencian oportunidades extra como el diseño y la confección de prendas de cuero y lana que estuvieron presentes en la apertura de la feria e innumerables opciones gastronómicas derivadas de la producción en territorio nacional de distintos tipos de carne y verduras.
El éxito en la concurrencia de público, la mayoría de gente habitualmente alejada de la producción rural, es un reconocimiento a las posibilidades productivas que sostienen el mayor porcentaje de crecimiento económico. Y aunque se pueda discrepar, ha resultado positivo que la mayor exposición rural se realice en el marco del mayor centro urbano del país, porque así logra darse a conocer el esencial esfuerzo productivo que se desarrolla «afuera» de la capital.
Al mismo tiempo, la visita del presidente Tabaré Vázquez y el almuerzo que mantuvo con los dirigentes de la Asociación Rural en el predio ferial marcan una abismal diferencia con lo que ocurre últimamente en Argentina y establece la salud de la que goza la reconstituida relación entre el primer mandatario y los productores rurales. Cabe recordar que hace dos años el propio Vázquez decidió no asistir a la exposición a causa de las discrepancias que mantenía con el anterior presidente de esta gremial, Fernando Mattos. Hoy la Expo Prado sigue siendo el encuentro anual entre el campo y la ciudad. Un puente que nos acerca y nos beneficia, porque todos somos uruguayos.