Paysandú, Viernes 26 de Septiembre de 2008
Locales | 22 Sep (Por Carol Guilleminot Coello) La Meseta de Artigas vivió este domingo el punto culminante del XIV Encuentro con el Patriarca, que congregó a miles de personas y contó hasta con la adhesión del tiempo, que privilegió el magnífico entorno natural del lugar con un cielo celeste y sol tibio. Los preparativos comenzaron muy temprano, cuando los jinetes de 90 aparcerías criollas de distintos lugares del país y delegaciones acompañantes se dirigieron desde los fogones encendidos en el parque existente al pie del monumento hasta el Club Chapicuy para ensillar nuevamente y cumplir con el tramo final de la cabalgata que se inició el viernes en la ciudad de Paysandú. Mujeres, hombres de diversa edad, así como jóvenes y niños ataviados con vestimenta gaucha, algunos con ponchos identificatorios de su aparcería y con pabellones, banderas y estandarte en alto, desafiaron el viento durante los últimos 15 kilómetros de recorrido hacia la Meseta.
Aproximadamente a las 10.30 de la mañana la retaguardia del desfile ingresó al predio de la Meseta mientras que, paralelos a ellos, eran muchos los vehículos que transitaban por la calle que conduce al lugar.
En la cúspide de la meseta numeroso público, así como autoridades y medios de comunicación esperaban el inicio del desfile mientras los locutores del acto repasaban por micrófono el largo listado de nombres de aparcerías criollas que desfilarían segundos después frente al Monumento al Prócer, que estuvo todo el tiempo custodiado por cuatro integrantes del Cuerpo de Blandengues que —como ocurre cada año— viajaron especialmente desde Montevideo para participar de la conmemoración.
Por donde se lo mirara, aquello era un espectáculo. Hacia el Oeste el río Uruguay y sus islas bajo el límpido cielo; hacia el Este la panorámica daba cuenta de la dimensión que ha tomado el Encuentro con el Patriarca, puesto que el parque estaba literalmente lleno de carpas, fogones y vehículos. Y, los aplausos, gritos, zapucay y silbidos daban cuenta del ingreso inminente de la caballada. La columna del desfile, integrado por unos 2.000 jinetes, pasó fluidamente durante unos cuarenta minutos frente al Monumento a Artigas con las tres banderas de nuestros símbolos patrios, banderas artiguistas y estandartes de las aparcerías, entre ellas una brasileña.
A diferencia de otros años no todos los jinetes quedaron sobre la meseta. Al término del desfile serían unos 300 los abanderados de sociedades criollas que quedaron al pie del monumento para participar en el acto, que fue breve y se desarrolló sin inconvenientes. Consistió en la entonación del Himno Nacional e Himno a Paysandú, una oratoria a cargo del intendente Julio Pintos y la colocación de una ofrenda floral al pie del monumento por el señor José Gervasio Dalmao, descendiente de Artigas en quinta generación, el intendente Pintos, el presidente de la Asociación de Sociedades Tradicionalistas, doctor Eduardo Bonilla, y autoridades presentes.
El momento más emotivo fue, sin lugar a dudas, la entonación de ese otro «himno» artiguista que es «A don José», de Ruben Lena. Muchos jinetes volvieron a quitarse el sombrero para cantarlo. Lo cantaron los niños, los jóvenes y los viejos.
Fue un canto bajito, sentido y emocionado que ascendía en el estribillo: «los paisanos le dicen, mi general». La Meseta de Artigas es, para quienes sienten vivo el legado del héroe, un sitio capaz de emocionar y hasta hacer correr una lágrima por la mejilla a más de un paisano. Porque si la palabra paisano quiere decir «del país», difícilmente exista otro lugar en la geografía del territorio uruguayo que establezca una conexión tan directa con nuestra orientalidad. Y, estando en la Meseta uno comprende por qué Artigas eligió a Purificación —ubicada muy cerca de allí— como sede de su gobierno federalista. No se trata solo de la visual espléndida de la costa argentina y uruguaya que ofrece el lugar, sino que el sitio mismo revela también su visión de estadista y gobernante.
Terminado el acto escuché que al pie del majestuoso monumento al Prócer una niña pequeña que había ido a ver de cerca un blandengue preguntaba: «¿Artigas está acá?». Mientras me alejaba escuché también el lío en que se metió su padre para explicarle.
Cientos de personas que llevan algo de Artigas muy dentro y cada año vuelven en peregrinaje a la Meseta, responderían sin dudar que mucho de él palpita todavía en esas alturas a orillas del río Uruguay.
Para otros el Encuentro con el Patriarca es desafío, encuentro, diversión y hasta turismo. Pero ésa ya es otra historia.
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