Opinion | 23 Sep Pocas decisiones del gobierno frenteamplista generaron tanta controversia como la de conformar gran parte del equipo profesional del flamante Hospital de Ojos de Montevideo con oftalmólogos cubanos.
La estrategia provocó el rechazo de varios profesionales uruguayos así como de gran parte de la opinión pública y de varios actores políticos, pero conforme pasaron los meses, la controversia fue quedando de lado y el centro de Salud comenzó a cumplir –salvo excepciones- con su cometido original.
No obstante, en este como en tantos temas en los que está en juego el bienestar de la población el centralismo se transformó una vez más en obstáculo difícil de sortear para muchos uruguayos, ya que los numerosos pacientes que acuden desde el Interior, además de los gastos de traslado, encontraron pocas comodidades para completar la etapa postoperatoria. Afortunadamente, en el contexto de una poco habitual política solidaria y descentralizadora, las autoridades de la Salud evalúan trasladar parte de la operativa del Hospital de Ojos de Montevideo hacia el Hospital de Carmelo, y de ese modo situar este importante servicio más al alcance de los habitantes del Interior. La iniciativa atraviesa una etapa previa de estudios y pesquisamientos, y el centro de Salud carmelitano requerirá una importante remodelación, pero el anuncio resulta particularmente auspicioso, siempre y cuando se consolide rápidamente y no se transforme en otro proyecto inconcluso.
A menudo las políticas de Salud pública entrañan imperfecciones que luego, en base a la experiencia, son subsanadas en forma consuetudinaria, pero están condenadas al fracaso si no cumplen con el cometido primor- dial de beneficiar a todos los ciudadanos por igual, brindándoles todas las posibilidades de acceso a los servicios.